Octavia Nasr era la Senior Editor para Oriente Medio de la CNN. El 7 de julio, San Fermín, fue despedida por este tuit:
Nasr llevaba 20 años en la CNN. Es una libanesa cristiana. Por supuesto, habla árabe. Es el tipo de perfil que uno contrataría ahora mismo para cubrir esa zona. Sin embargo, se vio obligada a publicar esta disculpa humillante e increíble.
La semana pasada, The Economist cubrió la muerte del ayatolá así:
Entiendo que la CNN ya ha cancelado todas sus suscripciones a The Economist y bloqueado el acceso a la url de la publicación (No-La-Llamen-Revista-Jamás) desde todos sus servidores del planeta.
Uno no conoce a Nasr –ojalá– ni a Fadlallah, pero se pregunta quién gana con este despido, los ciudadanos que seguimos CNN o la horda de histéricos e histéricas que reaccionaron como si Nasr fuera una peligrosa terrorista de Hezbolá. Además, uno desea fervientemente que Octavia Nasr encuentre un buen trabajo enseguida.
Lean, si quieren, esta columna de Thomas Friedman en el NY Times sobre la cosa. Tiene razón, pienso, salvo en un punto ridículo: ese tuit no vale ni un mes de suspensión como propone. Ya son ganas. ¿Qué tal ponerla de cara a la pared durante el World Report o una colleja de Wolf Blitzer en directo en The Situation Room?
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