Salió el tema de Clarín y su pelea con el gobierno de los Kirchner en una cena con ex compañeros de doctorado en la Universidad. Se me ocurrió un modo gráfico de explicarlo, así que pedí lápiz y papel. Acá está, dibujado después por uno de los asistentes que es arquitecto y que se encarga de coleccionar y enviarnos las ocurrencias textuales de esos encuentros mensuales (gracias MG):
Perdonen la expresión coloquial, propia de una reunión de hombres. Quería mostrarles con esta infografía que la pelea entre el poder y el Grupo Clarín es una carrera vertiginosa contra el tiempo, en la que ambos se van desgastando y en la que el poder tiene las de ganar si Clarín no termina antes con ellos. El gobierno tiene más poder y más dinero, pero no tiene mucho tiempo. Está obligando a Héctor Magnetto a salir al ruedo político, que es lo mejor que puede hacer desde un punto de vista estratégico. Es que la pelea no es judicial, ni periodística, ni monetaria: es política. Ahora Magnetto debe terminar con la amenaza del poder. Y para eso solo queda la política.
Magnetto no es Clarín. Es un enemigo mucho más fuerte y cuña de la misma madera. Fuma abajo del agua y no come vidrio. Es capaz de armar poder para oponerse al experimento despótico del matrimonio Kirchner. Su cáncer es acicate para la pelea porque ya no tiene nada que perder. Siempre ha sido así en la historia (a las batallas no las ganan las tropas más frescas ni las mejor pertrechadas). Para colmo los Kirchner son tan audaces como cobardes. Es lo que decía de otro modo en este post de hace unos días.
Es el momento de insistir -como lo adelantaba en un post de ayer- en que la pelea del poder es contra el periodismo. No quiere terminar con el monopolio sino armar el suyo propio. No les preocupa -no les preocupó- el Grupo Clarín; lo que les preocupa es el poder fáctico y crítico del Grupo Clarín. Si no fuera así nadie se ocuparía de Papel Prensa, ni de Fibertel, ni de la represa de José Antonio Aranda en el Ayuí Grande; ni siquiera existirían los medios de Sergio Szpolski, ni los programas de Diego Gvirtz, ni las cuchufletas de Héctor Timerman. Ellos ganan con la pelea como los fabricantes de armas lucran con las guerras.
1 comentario:
Muy BUEN POST. SALUDOS
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