Dije ayer en un tuit alrededor de
#cafeperiodismo: "Modelo de negocio [para el periodismo en línea]: habrá más pago por contenidos que nunca. Ya lo hay y lo habrá más".
Es y será así. Se pagará lo que se ha pagado siempre: la credibilidad, que es lo que hace valioso al periodismo y el concepto alrededor del cual éste se define como actividad profesional, consistente, según
JLO*, en "buscar la verdad, servir a la gente, controlar al poder y representar la realidad". Brillante. Añado: esas cuatro tareas, si no están cimentadas en la credibilidad, siempre serán fullerías de tahúr, discursos de chamán, promesa de político. Luz, quizá, pero de fluorescente.
Precisamente su credibilidad es lo que otorga un relativo éxito a
Capital Bikeshare, un negocio de
bicing que opera en Washington DC. Lo cuenta este
reportaje, que llega via la atenta
FS*.
El
bicing es complicado. En Edmonton, Canadá, arrancó en 2005. Tres años después ya habían robado el 95% de las bicis. En París se inauguró en 2007. Hoy, la mayoría de las 20.000 bicis necesitan reparación o han sido sustraídas. Y así. Un desastre. La propiedad compartida, los bienes comunitarios, etc… no van. Al menos en el sector de la bici.
Sin embargo, Capital Bikeshare funciona. Los usuarios se comportan. Y se ayudan unos a otros. ¿Por qué los usuarios se fían de Capital Bikeshare y Capital Bikeshare se fía de sus usuarios? ¿Cómo logran establecer esa relación de credibilidad donde otros han fracasado? Fácil: apoyándose en la recomendación social, aplicando tecnología y, sobre todo, cobrando. Co-bran-do. Vean:
The bike share programs […] follow a subscription model and use electronic tracking to deter theft. […]
And like most share programs, a credit card is required for collateral. There may also be membership fees and escalating usage charges. (The first 30 minutes are generally free.) So, while it may be sharing, its success is based on technology — and a deposit.
El reportaje, del
NYT (¡claro!), cita también a
SnapGoods, Share Some Sugar, NeighborGoods, Netflix, Zipcar y
Pandora. Todas estas empresas siguen estrategias parecidas.
Digo que hay algo –bastante– de esas compañías que le sirve al periodismo. Al fin y al cabo, sus negocios se basan, como el del periodismo, en ofrecer acceso y
sharing más que en la compraventa y el producto –o bien: su
producto es, en realidad, el acceso y la posibilidad de compartir y no el objeto ni la transacción a través del cual aquello se realiza (la bici, el diario impreso, el auto, la música…).
Si se entiende esto, que parece tan sencillo y no lo es, se entiende que el pago es una formidable garantía de la credibilidad de los contenidos. Quizá la mejor. Más que la recomendación social, que, en general, no es más que mero consenso demoscópico o algorítimico. ¿Pagamos por el consenso cuantitativo? No. Pagamos la credibilidad que se deriva de relaciones humanas.
Haga esta prueba: en la cita de arriba cambie
bike por
news y
share programs por
news services y verá cómo le cuadra todo.
Dicho de otro modo: lo que valga la pena será aquello que sea de pago. Por eso sólo podrán cobrar por contenidos los medios que sean creíbles. Por eso habrá más pago por contenidos.
En efecto, todo eso nos acarreará enormes disgustos. Engaños. Trampas. Fraudes. Decepciones. Y así. Uno puede reaccionar como Michael Douglas en
Un Día de Furia. Pero lo mejor será dejar de pagar por el producto o servicio o proveedor deficiente, fraudulento o incompetente. Desaparecerán cuando se pase la moda y cuando, inevitablemente, cometan errores que los hagan… increíbles. ¿Cuánto le va a durar al
Huffington Post, por ejemplo, su sistema, esas decenas de pasantes metidos en cabinitas, sometidos a la tiranía de los datos del tráfico, que aparecen continuamente en sus terminales obligándoles a cocinar y recocinar sus contenidos en función del número de usuarios?
Se lo diré de otro modo: nadie pagaría por el contenido del
HuffPo. No tendrían ni medio usuario si no fuera Gratis Total, si no fuera por el esnobismo de muchas de sus luminarias blogueras que escriben por pura moda, si no fuera porque sus contenidos los pagan otros y el
HuffPo los
cita –el eufemismo que usan para "copiar y pegar"– masivamente. Ya pueden trasladar contenidos del
Times o del
Guardian a su sitio. Todos los que quieran. Lo que no pueden trasladar es la credibilidad del
Times o del
Guardian.
Sí, amigos y amigas. Por eso triunfará el pago. ¿Conoce otro sistema que comprometa al cliente y al proveedor, que les haga compartir responsabilidades y cumplir obligaciones protegidas por la ley y la justicia, que permita al proveedor mejorar su servicio, etc.? Yo tampoco.
Y después de todo ¿cómo se gana dinero aquí? Ahora mismo no lo sé. Pero una cosa es segura: hoy lo ganan los que cobran por sus contenidos. Los otros, los de las innumerables teorías sobre
nuevas economías (la
del enlace, la
de
la abundancia, la
de
las relaciones, etc.), el Todo Gratis & Todo Abierto & Pago Emocional & Patrañas Variadas… todos esos aún no han logrado explicar cómo se hace dinero en esos entornos ni lo han hecho ellos. La verdad, lo tienen difícil, porque esas
economías son falsas como moneda de plomo.