Era un ritual casi macabro. A esas alturas el JB bastante hacía con salir cada día, claro. Era un poco ridículo ver a esos periodistazos mirar con tanto respeto –¿o era miedo?– a un adversario agonizante.
Uno no entendía nada y provocó dos agarradas con AK* y MP*, entonces los seniors, al respecto. Luego lo comprendí todo. La historia y su historia. Ellos –y otros muchos de los que transformaron O Globo en el excelente periódico que hoy es– se habían criado en la redacción de JB y estaban acostumbrados a ver en ese diario las primicias y en O Globo la seguidilla. Siempre. Ellos, que habían dado aquellas exclusivas en el papel de la Zona Sul y que ahora las daban en O Globo, no se podían quitar del JB. No era racional. Era una adicción, un gesto automático, un tropismo profesional. Un homenaje.
Hoy, en O Globo, también están de luto. La pelea era dura pero no querían ganarla de este modo. Caballerosamente, dedican al JB un obituario muy justo donde explican qué pasó:
Nos anos 60 e 70 ele revolucionou a imprensa brasileira, era o modelo a ser seguido, tanto gráfica como editorialmente - diz Orivaldo Perin, que entrou no JB como estagiário, onde trabalhou "três encarnações". Sua importância estava mais no conteúdo que na tiragem. A venda média do jornal, mesmo nos áureos tempos, ficava entre os 100 mil e os 150 mil exemplares/dia, mas tudo o que publicava, repercutia. O JB também foi muito importante para O Globo. A concorrência entre os dois obrigou cada um a entrar na seara do outro, com bom jornalismo e conteúdo. Foi um dos momentos mais bonitos da história do jornalismo brasileiro. Quem ganhou foi o leitor.[La página arriba reproducida corresponde a la felicitación que dedicó O Globo al JB con ocasión del centenario de éste].
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