Anoche Pablo Rossi, en Hora Clave, daba como dato único y de su propiedad esta frase que estaba desde la mañana en la crónica de Verbitsky: Al matar a ese pibe en Constitución también mataron a mi viejo.
Además lean este perfil de Gustavo Beliz que rompe un silencio de seis años. Lo acaba de subir lanación.com. Destaco:
Salí de aquella reunión orgulloso por el presidente que me conducía, con lágrimas que procuraba refrenar. Me quedé conversando en los pasillos de la quinta de Olivos con Cristina, que también, en aquel atardecer, estaba entusiasmada con las medidas que anunciaríamos a los pocos días, en presencia del conjunto de gobernadores. Tenía en el cuerpo el fervor que se tiene cuando los días se fraguan con ideales, sin canjear convicciones por transformaciones. Tengo esa postal de otoño del 2004 grabada hoy caprichosamente en la retina. No la borronea el posterior desencuentro, la sensación de que se perdía ese impulso inicial, la súbita falta de diálogo y respaldo que me alejó del gobierno y de la actividad política, el inmensamente penoso observar de episodios que para mí desvirtuaban -sin necesidad-, aquellas ráfagas iniciales de cambio épico.
Ni Ernesto Tenenbaum consiguió explicarnos qué les pasó a los Kirchner.
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