"Nos acusan de ser represores de las libertades, pero ellos callaron ante persecuciones, asesinatos, desaparecidos y dictaduras" confesó ayer Hugo Chávez después de recibir el premio Rodolfo Walsh en la Universidad Nacional de La Plata.
Con este fantástico razonamiento Chávez se suma a los adolescentes del post de ayer. Es también de esos que confiesan sus delitos al denunciar los ajenos. Un estilo bastante habitual en los déspotas veborrágicos que no admiten opiniones diferentes a las propias. Pero también es la lógica habitual de los enjambres de sus comentaristas oficiales, ciegos y sordos a una lógica elemental.
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