Un episodio interesante que puede ser disparador de reflexiones en el blog: el despido del crítico de cine de La Nación, Claudio Minghetti. Él dice que es por su elogio de una película "kirchnerista"; el diario sostiene que fue por una reestructuración. La jefa de espectáculos (superior inmediata de Minghetti) nunca fue notificada de ninguna reestructuración ni sabía que el diario le estaba despidiendo a un columnista con 16 años de antigüedad en la empresa. La Nación tuvo la mala suerte de echar intempestivamente a quien es presidente de la Asociación de Cronistas Cinematográficos. Ya se habla de "delito de opinión" (o de la diferencia de criterios estéticos como causal de despido). Interesante debate en puerta.
Gracias Maxwell. Tanto TP como yo estamos lejos de la Argentina en estos días. Solo he visto tweets. Pero estoy seguro de que a Minghetti no lo despidieron por la causa que él alega.
Por cierto, La Nación ha jubilado anticipadamente a unos cuantos y con muy buenos tratos. No conozco ningún caso injusto y ninguno que no esté contento con ese retiro dorado. Eso no quiere decir que este no lo sea, es solo estadística.
Y si no se puede echar al Presidente de la Asociación de Cronistas de Espectáculos porque es el Presidente de la Asociación de Cronistas de Espectáculos estamos fritos.
Lo más notable es que con su actitud de ventilar estas cosas como una persecución está demostrando que en el fondo La Nación tenía motivos para elegirlo entre los que no quería en su redacción.
Coincido en que el crítico está haciendo un aprovechamiento desproporcionado del episodio (la semana próxima ya lo veremos firmando en alguno de los medios oficialistas, probablemente), pero la forma de desvinculación es extraña. Usted reconoce que La Nación siempre ha sido en extremo prolija a la hora de manejar a su gente. Trabajé casi diez años en el diario y doy fe de que es así. Por eso mismo es raro que su jefa no supiera nada de la "reestructuración" que la dejaría sin uno de sus críticos de cabecera. Y la mención al cargo institucional de Minghetti alude a que eso lo convierte en alguien con "peso propio" dentro de la redacción, a quien se valora. He visto críticos literarios que encabezaban el staff del diario sólo porque tenían un cargo institucional en la Academia Argentina de Letras. La Nación siempre tuvo la política de preservar las "primeras plumas" en su cuerpo de críticos. Como reestructuración, es atípica y como trato profesional, es indigno de La Nación. Ahora los medios adictos al poder K le saltarán al cuello al diario, y lo más triste es que parecen haberles regalado un argumento de ataque.
Si Maxwell, todo lo que quieras. Creo que lo mismo que vos has visto cosas en tus años de La Nación, otros pueden haber visto lo contrario en sus 140 años de vida. Lo mismo cabe para mi.
Cuando echás a alguien de una empresa, y especialmente de un diario, tratás de no herir al interesado y de hacerlo con el mejor trato posible (recuerdo ahora la escena de Mad Men en la que los jefes y el despedido se van juntos a emborracharse a bares y tugurios de Nueva York). Parte de ese trato consiste en no ventilar las razones ni los pormenores para no hacer daño al despedido ni al resto de los empleados. Cuando el despedido se hace la víctima, la empresa se ve en una posición muy complicada, porque tiene mucha información que no puede ni debe divulgar y termina haciendo el papel del verdugo sanguinario.
Insisto en que solo tengo pocos datos del caso además de los que vos aportás. Pero me bastan para suponer que Minghetti está rompiendo ese pacto y que está relevando del compromiso de respetarlo a La Nación.
4 comentarios:
Un episodio interesante que puede ser disparador de reflexiones en el blog: el despido del crítico de cine de La Nación, Claudio Minghetti.
Él dice que es por su elogio de una película "kirchnerista"; el diario sostiene que fue por una reestructuración. La jefa de espectáculos (superior inmediata de Minghetti) nunca fue notificada de ninguna reestructuración ni sabía que el diario le estaba despidiendo a un columnista con 16 años de antigüedad en la empresa.
La Nación tuvo la mala suerte de echar intempestivamente a quien es presidente de la Asociación de Cronistas Cinematográficos. Ya se habla de "delito de opinión" (o de la diferencia de criterios estéticos como causal de despido). Interesante debate en puerta.
Gracias Maxwell. Tanto TP como yo estamos lejos de la Argentina en estos días. Solo he visto tweets. Pero estoy seguro de que a Minghetti no lo despidieron por la causa que él alega.
Por cierto, La Nación ha jubilado anticipadamente a unos cuantos y con muy buenos tratos. No conozco ningún caso injusto y ninguno que no esté contento con ese retiro dorado. Eso no quiere decir que este no lo sea, es solo estadística.
Y si no se puede echar al Presidente de la Asociación de Cronistas de Espectáculos porque es el Presidente de la Asociación de Cronistas de Espectáculos estamos fritos.
Lo más notable es que con su actitud de ventilar estas cosas como una persecución está demostrando que en el fondo La Nación tenía motivos para elegirlo entre los que no quería en su redacción.
Coincido en que el crítico está haciendo un aprovechamiento desproporcionado del episodio (la semana próxima ya lo veremos firmando en alguno de los medios oficialistas, probablemente), pero la forma de desvinculación es extraña.
Usted reconoce que La Nación siempre ha sido en extremo prolija a la hora de manejar a su gente. Trabajé casi diez años en el diario y doy fe de que es así. Por eso mismo es raro que su jefa no supiera nada de la "reestructuración" que la dejaría sin uno de sus críticos de cabecera. Y la mención al cargo institucional de Minghetti alude a que eso lo convierte en alguien con "peso propio" dentro de la redacción, a quien se valora. He visto críticos literarios que encabezaban el staff del diario sólo porque tenían un cargo institucional en la Academia Argentina de Letras. La Nación siempre tuvo la política de preservar las "primeras plumas" en su cuerpo de críticos.
Como reestructuración, es atípica y como trato profesional, es indigno de La Nación. Ahora los medios adictos al poder K le saltarán al cuello al diario, y lo más triste es que parecen haberles regalado un argumento de ataque.
Si Maxwell, todo lo que quieras. Creo que lo mismo que vos has visto cosas en tus años de La Nación, otros pueden haber visto lo contrario en sus 140 años de vida. Lo mismo cabe para mi.
Cuando echás a alguien de una empresa, y especialmente de un diario, tratás de no herir al interesado y de hacerlo con el mejor trato posible (recuerdo ahora la escena de Mad Men en la que los jefes y el despedido se van juntos a emborracharse a bares y tugurios de Nueva York). Parte de ese trato consiste en no ventilar las razones ni los pormenores para no hacer daño al despedido ni al resto de los empleados. Cuando el despedido se hace la víctima, la empresa se ve en una posición muy complicada, porque tiene mucha información que no puede ni debe divulgar y termina haciendo el papel del verdugo sanguinario.
Insisto en que solo tengo pocos datos del caso además de los que vos aportás. Pero me bastan para suponer que Minghetti está rompiendo ese pacto y que está relevando del compromiso de respetarlo a La Nación.
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