Quizá mañana tenga lugar la audiencia en la Corte Nacional de Justicia de Quito, que tiene que decidir sobre la validez o nulidad de la sentencia de primera instancia, confirmada por la segunda, que condena a tres años de prisión y 40 millones de dólares a Emilio Palacio, a los tres hermanos propietarios del periódico y a la Compañía Anónima El Universo, por el contenido de una columna de Emilio Palacio publicada en la página de opinión de la edición del 6 de febrero del año pasado.
En caso de confirmarse la sentencia y de que el señor Correa no desista y otorgue un perdón final, los hermanos Pérez deberán afrontar esa prisión y pagar esa indemnización al Presidente del Ecuador. Después apelarán a las instancias internacionales, que les darán la justicia que su país les niega. Pero no recuperarán el tiempo ni esta y otras humillaciones a las que los viene sometiendo Correa desde hace mucho tiempo.
Agrego, además, que el mismo Correa quiere que los juzgue esta Corte a la que ha denunciado muchas veces por corrupta, tanto que activó los mecanismos para reemplazarla por otra elegida por oposiciones y que tomará posesión en los próximos días.
Como se ve, es una guerra de nervios. El presidente espera que los Pérez abandonen el país para decir al Ecuador y al mundo que son culpables. Ellos siguen en el Ecuador dispuestos a afrontar las consecuencias con la valentía de los verdaderos inocentes. Una paradoja: si se van, son culpables pero zafan de la cárcel. Si se quedan, son inocentes pero marchan presos. Es una persecución política que ha llevado a los hermanos Pérez hasta el fondo de la cueva del oso, que tiene la zarpa preparada.
Es un dicho argentino un poco fuerte: la gata Flora nunca está contenta, a veces chilla y otras llora. La moraleja es idéntica a palo porque bogas, palo porque no bogas. De la gata Flora me acuerdo cuando pienso en el presidente Rafael Correa y este ataque al periodismo del Ecuador, que el Washington Post ha calificado como the most comprehensive and ruthless assault on free media underway in the Western Hemisphere.
Es que la sentencia condena por injurias a Emilio Palacio, autor de la columna, y a los hermanos Pérez y la empresa (caso increíble) por coadyuvar a la comisión del crimen. Rafael Correa los condena por no haber censurado a Palacio y a la vez condena a los periodistas que se dejan censurar por sus patrones, como en el caso de Xavier Lasso. No solo ocurre esto entre Correa y el periodismo ecuatoriano; también Néstor Kirchner o su viuda interpelaron a los periodistas las escasísimas veces que se enfrentaron con ellos con un "no ta van a dejar decir esto" o frases por el estilo.
¿En qué quedamos entonces? ¿Bajamos línea o dejamos que escriban lo que quieran?
3 comentarios:
Me da la impresión que hay una intepretación que favorece los intereses de los dueños de estos medios ecuatorianos y no se equilibra la balanza entre un trabajo periodístico, que puede tener fuentes que se sometan a una controversia, contraste y se muestren documentos qu comprometan, y una columna de opinión, que expresa y se usa con fines políticos para vilipendiar y atacar a una persona, más en la investidura de un Presidente de un país. Quizá el asunto es la corresponsabilidad entre el opinador de oficio y el que le publica, porque no necesariamente es censura cuando debe evitarse líos referidos a la comprobación de acusaciones que se publican y que deben demostrarse. No seamos ingenuos: el columnista no es un novato quien va de buenas intenciones ante el editor para que le publiquen sus opiniones, es un veterano amigo de los editores quienes le ceden el espacio o le pagan para que genere opinión e impacte ante los lectores. Eso no es periodismo. Si algo logra cambios y mueve los cimientos del poder es un buen reportaje bien fundamentado en fuentes y pruebas irrefutables, no una serie de escritos de unos 3.000 caracteres que reflejan la opinión del personero y la aprobación de los editores, sin prueba alguna o por lo menos con la disposición de afrontar un juicio o respetar el derecho a réplica y rectificación que bien le puedan solicitar.
De seguro se cumplió esa petición de rectificación y se negaron, por lo tanto, si hay demanda, y procede, deberán asumir las consecuencias.
De repente el WP se cuida de eso, pero es bien sabido que en los EEUU han acabado con la carrera de periodistas buenos y han asesinado a otros tantos en los frentes de guerra con el argumente del "fuego amigo". Ellos si aplican la máxima de "mata al mensajero".
Ni sé lo que ocurrió en Ecuador cuando el presidente Correa sufrió el incidente ni conozco lo que ha hecho o investigado la justicia de ese país. Pero que cuando un articulista se pasa toda una columna llamando el Dictador, así, con mayúsculas, al presidente elegido democráticamente por los ecuatorianos incurre en un delito de injurias y calumnias es algo que no se puede dudar.
Se puede defender la libertad de expresión, pero si el ejercicio de esa libertad de expresión se comete un delito, pues que se castigue.
Ser periodista no es un visado para poder escribir lo que se desea e insultar a cualquier persona y, en este caso, la defensa no es más que corporativismo.
Gracias Noel y Juanjo. No está en discusión la responsabilidad de los periodistas y de los medios por lo que publican. De hecho El Universo ofreció a Correa todas las rectificaciones del caso en el espacio que quisiera, pero Correa las rechazó argumentando que se había acabado el tiempo de los caballeros (parece que su condición de caballero tiene plazo).
La acusación de dictador es una opinión, fuerte y fundada en acciones de gobierno del presidente Correa. Los votos no convierten a nadie en impune en los sistemas democráticos. Y no es la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que una persona elegida por el pueblo se convierte erga omnes en dictador (sin ir más lejos en el mismo Ecuador de Velasco Ibarra o en el Perú de Fujimori) ¿Le darían la razón a Fujimori por haber ganado las elecciones, en un juicio contra un periodista que lo llame dictador?
Pero además a Correa lo que le molestó de la nota es que lo acusen -en potencial, por cierto- de haber ordenado fuego a discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente inocente.
Una opinión, en una columna de opinión, firmada por un opinador, por más empleado que sea del diario, no se corrige ni se persigue con la justicia: se rebate con otra opinión. Y es probable que Correa tenga razón cuando dice que tendrían que haber parado -para no decir censurado- a Palacio, cosa que no hicieron porque no es política de El Universo. Pero entonces no tiene razón cuando pide a los periodistas que se rebelen contra sus patrones que intentan pararlos/censurarlos.
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