jueves, 2 de febrero de 2012

Don Alfonso Nieto (1932-2012)


Lleva uno un rato en suspenso, rumiando a ver qué dice, por dónde arranca a escribir… y acaba haciéndole clic una de la banalidades de la biografía de este coloso: chau chau. Con esta palabreja se refería Don Alfonso a los discursos de los cantamañanas que no estudian, al sermón del gurú copiado de un fantasma que lo sacó de un chamán, al mercadeo oportunista de ideas vacías, a mover los huesos de una tumba para trasladarlos a otra tumba. A la ciencia sin virtudes ni argumento que hincha más que nutre, al consejo ventajista, a la moda blanda. Todo eso era chau chau.

Él sabía bien de qué hablaba y nosotros conocíamos la autoridad que le acompañaba. Don Alfonso figura entre los primeros promotores de los estudios universitarios de Ciencias de la Información, de Periodismo. Es el arquitecto de la concepción y desarrollo científicos de la Empresa Informativa y el primer catedrático español de la especialidad. Dirigió decenas de tesis doctorales y escribió y orientó estudios científicos que no eran ni broma ni trámite. Cada investigación era un paso adelante, una piedra sólida, escuadrada, pulida que encajaba con las que le precedieron y las que seguirían. Él tenía un plan. Del concepto de empresa informativa pasó a definir otros básicos como difusión o audiencia, a desvelar el fenómeno de la prensa gratuita (¡en 1984!) o a señalar cómo la información competía por el tiempo libre de las personas y no contra el pan y la leche. Hay un volumen de 500 páginas sobre su legado científico y humano. Comprenderá que no me extienda.

Se dedicó a lo nuestro con la misma razón y pasión con que ejerce cualquier buen reportero. Bastaba escucharle un rato sobre la cosa para percibir que periodismo no es solo lo que fabricamos en las salas de redacción, que la gente como Don Alfonso están en la misma guerra… pero en el Estado Mayor. Trabajó duro, hizo trabajar con exigencia. Pensó, movió a pensar. Vio mucho, lo vio mucho antes.

¿Está moviendo la cabeza con conmiseración y piensa que se trata de unas aleluyas que escribe uno, muy emocionado, tras la muerte de su viejo profe? Se equivoca. Déjeme que se lo explique en una pincelada tomando un poco de carrerilla.

Para Don Alfonso, la raíz de una empresa informativa no hay que buscarla en su cuenta de resultados ni en su PER, sino en sus principios editoriales, puesto que se trata de una empresa ideológica en el mejor sentido de esa palabra. Esto está dicho en un librín publicado en 1967, ni un año después de que se aprobara la Ley de Prensa e Imprenta de la dictadura franquista, que regulaba la censura previa (sí, eso) e imponía otros lamentables corsés a la libertad.

"En tal contexto –explica Francisco Iglesias, uno de sus mejores discípulos–, Nieto ofrece un criterio fundamental y originario para perfilar los principios editoriales, pues establece una estrecha relación ya no entre ellos y la libertad de prensa […] sino con la libertad a secas, sin más; y relación estrecha igualmente con el bien de todos, o sea con el bien común, o –como allí escribe– con el bien social: "en la medida en que esos principios y orientaciones estén más próximos a los conceptos permanentes de libertad y de bien social, la publicación contará con mayor capacidad de atracción de lectores", si bien no deja de advertir que eso no quiere significar que en términos absolutos el número de lectores sea mayor o menor en razón exclusivamente a la mayor o menor identidad del contenido editorial con los principios permanentes de libertad. Lo que quiere decir, y dice, es que la adhesión del lector viene determinada por su identificación con la línea editorial y el contenido de la publicación, y que este contenido tendrá un mayor asentimiento de la colectividad en tanto en cuanto esté más próximo a la idea de libertad e independencia".

Dígame ahora si esto es una martingala académica, una sesión baratita de powerpoint o si más bien le suscita una añoranza enorme. Pues eso.

El impacto que esta visión tuvo en uno es imborrable… y muy práctica. Recuerdo vívidamente las explicaciones que nos exigió un grupo de directivos irritados en la primera consultoría grande que desarrollamos con JV*.

El primer capítulo del diagnóstico ponía de relieve la desconexión, la distancia, entre los criterios editoriales de aquella editora y el trabajo de sus periodistas, de lo cual deducíamos las debilidades del diario. Para aquellos ejecutivos, la relación de una y otra cosa era pura fantasía. Consideraban los "principios editoriales" mera decoración corporativa del siglo XIX y no inspiración y raíz del medio. Su indignación era grande y la temperatura de la sesión, solar. Convencerles requirió un esfuerzo colosal. Mal que bien, averigüamos cómo resolver la ecuación y ponerles a favor. Nos quedó claro para siempre que de concordar en este punto dependía el resto del trabajo, la ayuda que podíamos prestar a aquella compañía… y nuestos honorarios. Desde entonces, nunca ha trabajado uno de otro modo, por mucha indignación que se amontone en contra y muchos honorarios que se pierdan.

Todo eso es herencia y mérito de la visión de Don Alfonso desde el Estado Mayor del Periodismo. De su razón, que nos dio argumento, y de su pasión, que promovió el afán de evitar el chau chau, de estudiar y de ser honestos.

Muchas gracias, Don Alfonso.

—ACTUALIZACIÓN 08.02.2012
La Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra ha colgado en su canal de YouTube este clip donde se explica casi todo lo que falta en el post.




Alfonso Nieto, Don. Ángel Arrese, web de la Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra.
Principios editoriales y principios configuradores en el pensamiento del profesor Alfonso Nieto Tamargo. (pdf) Francisco Iglesias (+) y María del Mar Blanco, en Doxa.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Apenas tuve trato con él, no me dio clase, creo que me coincidieron sus últimos años de rector y estaba en otra esfera; pero creo que pertenecía a una generación a la que no estamos dando relevo, ni en calidad ni en cantidad.
Y se nota.

Loreto Corredoira dijo...

Gracias Angel y un abrazo!
Tienes papel con "la Decana" como solía decir.
Como he publicado en Facebook ahora,
la última gran idea que me sugirió en junio pasado (para trabajar, claro): si Dios nos ha dado una huella dactilar única por qué hemos de registrarnos en cada web, sitio, o porqué los diarios no son totalmente personalizados, ¿Lo has comprobado en el Cielo maestro?

Colombine dijo...

Efectivamente parece una generación sin relevo. Hoy en día más que el ser, lo que cuenta es el figurar sin dar importancia a qué es lo que verdaderamente nos mueve.

Yo recuerdo perfectamente sus clases y sonrisa; esa llamada sobre el origen de las cosas, al valor de su contenido, a la transmisión de lo que somos en las cosas que realizamos.

Recuerdo perfectamente la cuadratura de los balances, las sociedades mercantiles, el valor de la comunicación... el principio de las cosas.

Nada es olvido.

Descanse en paz.