De repente el Ciudadano-Presidente se convirtió en
Emperador de Roma y de la China. Una metamorfosis increíble pero cierta y planeada
por el ciudadano-economista que sigue subiendo peldaños en el cursus honorum de los tiranos adorados por su pueblo. Ya no es más
el Dictador del Ecuador, el Paraíso que gobierna con mano de
hierro desde su sitial delante de la pantalla gigante y detrás del teleprompter. Ahora se ha convertido en Emperador
Espléndido de la Amazonía, de la Vulcania, de los Manglares, de la Galapaguería y de
las Otras Islas Afortunadas, Rey Absoluto de Todos los Patrimonios de sus Súbditos,
Mariscal de los Sublimes Ejércitos Equinocciales y Gran Almirante de las Corrientes Marinas con sus Tiburones y Mariscos… en fin: es el Dios de la Vida y
de la Muerte de Todos los Ecuatorianos.
Ahí lo tienen. Ora los persigue, ora los perdona y antes y
después los insulta con una entrega más que profesional. Correa es el estadista
que todos esperábamos en nuestra América mestiza y adolescente. Alguien que por
fin ponga orden en nuestras sociedades y en su lugar a los cagatintas. El Amado
Dictador que nos diga todo lo que se debe hacer y también cuándo y cómo hay que
hacerlo. Es él quien nos explica lo que hay que pensar y, por supuesto, lo que
hay que escribir. Por fin tenemos alguien que nos obliga a seguir un único
libreto para la televisión y nos pasa el guión con las preguntas que tenemos
que hacer –a él y a su corte de adorados obsecuentes. Ya no tenemos que pensar
nada; ¡qué tranquilidad y qué paz!
Correa –perdón, Su Majestad Don César Augusto Correa- domina
también el Túnel del Tiempo. Ya había conseguido volver a la época del Borbón
Carlos III, que otorgaba graciosas licencias para imprimir periódicos y todo
tipo de pasquines en la América española. Después retrocedió un siglo más,
hasta el XVII, cuando resolvió identificar al Estado con su Augusta Persona,
como el Rey Sol, el también Borbón Luis XIV de Francia y de Navarra, Copríncipe
de Andorra y Conde Rival de Barcelona. Pero ahora retrocedió hasta el siglo I,
a los tiempos del Imperio Romano y los césares que lo gobernaron como
semidioses. Entonces sí los emperadores eran señores de la vida y de la muerte
de los ciudadanos-ciudadanos y ciudadanas-ciudadanas (lo aclaro porque parece
que ahora hay ciudadanos-presidentes, ciudadanos-ministros, ciudadanos-jueces y
mil variantes más multiplicadas por el género).
Cuenta Suetonio en Los
doce césares que en época del Divino Claudio los condenados representaron una
batalla naval como espectáculo para el emperador, su corte y su pueblo. Tanto
realismo pusieron que casi todos murieron en la actuación ante los gritos
maravillados de las hinchadas de uno y otro bando. Por eso, antes de empezar la
batalla en un lago artificial, construido ad
hoc, saludaron a Claudio con el famoso “Ave
imperator, morituri te saluntant!” (¡Salve emperador, los que van a morir
te saludan!). Parece que al terminar algunos de los pocos que quedaron vivos se
ganaron el perdón del César. Las películas se encargaron de reproducir tantas
veces este hecho que nos parece que ocurría todos los días y que el emperador
los condenaba o salvaba con el pulgar hacia abajo o hacia arriba… pero el
episodio ocurrió de verdad unas pocas veces con diferentes emperadores y lo del
pulgar y la arena parece que es una licencia de Hollywood ya que los actores no
hablan latín y los estudios no están para más gastos.
Eso hizo también el Divino Correa. Asistió estoico al
espectáculo desde su sitial del circo durante las horas que duró, sin
importarle la comida ni la bebida ni las ganas de escaparse un rato a los
vomitorios para refrescarse. Allí lo acompañó su corte, siempre fiel y
obsecuente, mirando si tocaba reír o llorar en cada momento. Mantuvo vacilante su
pulgar por meses, hasta que al final decidió perdonar a los condenados, a
quienes tenía en sus manos junto con su patrimonio, sus familias y sus sueños.
Los perdonó con el dedo pero no con el corazón: un perdón que no es perdón
sino bagatela para no pagar el costo político de
condenar sin importar la culpabilidad o la inocencia. Ya se sabe que la opinión
pública está siempre equivocada: la de su pueblo y del resto del mundo.
Una lástima porque estos actores eran casi perfectos:
valientes, apuestos y capaces de morir por sus ideales. Pero el pueblo ya no es el mismo de la época de las naumaquias y no hay que herir su sensibilidad con tanta sangre. Quizá alguna vez pueblo y
condenados vuelvan a entender los razonamientos emanados de su sabiduría infinita,
celestial. Pero no es todavía el momento y hay que tener una paciencia tan
infinita y celestial como su sabiduría para conseguir que por fin inocentes y
culpables, pueblo y gobernantes, entiendan los sabios designios de su dedo
pulgar soberano.
5 comentarios:
Te has pasado tres pueblos. Al margen de la conducta de Correa frente a los oligarcas de El Universo; no puedes dibujar a Correa como un dictador. La vida cotidiana ecuatoriana no se parece en nada ni a Cuba ni a Turkmenistán. Esas paranoias sobre la libertad de prensa en las naciones simpatizantes bolivarianas han terminado de cortina de humo frente a otras restricciones abiertas a la prensa en otros países. En el Perú, por ejemplo, donde los poderes fácticos usan los medios como sus vertederos y vomitorios, denigrando a quien le plazca, botando a los periodistas disidentes al poder porque sí y que llenan impunemente la parrilla televisiva de noticias sensacionalistas y periodismo basura. Para eso no hay titulares ¿no?
Sí.
Eres un campeón!!
flaco, no entendes nada. deberia estudiar un poco mas antes de bardear a correa. chau! (no hace falta publicarlo si no queres, es para el/la autor del blog).
Compañeros periodistas, quiero invitarlos a participar de los Premios Caduceo 2012. Se trata de un reconocido premio provincial que se entrega desde hace más de 20 años para distinguir la labor de comunicadores y medios bonaerenses. Pueden encontrar las planillas de inscripción en este enlace: http://www.cpba.com.ar/Consejo/Premio_Caduceo/2012/Premio_Caduceo_2012.html.
Hay tiempo hasta el 6 de abril para participar. También están en Facebook (www.facebook.com/Premios.Caduceo) y en Twitter (@premiocaduceo)
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