Allá ellos si quieren discutir, pelear o debatir. No me opongo, pero advierto que estamos ante la patética certificación de la Argentina adolescente cuando los argumentos de la discusión son:
Sietecase: El periodismo tiene como función esencial preguntar, pero también hay que preguntarle al poder económico.
Lanata: No tengo problema de preguntarle a Clarín, ahora, sabés qué, Reynaldo, preguntale vos a Electroingeniería, a Telefónica de España, con quien laburás y a Szpolski, porque ese es tu poder económico.
Lanata: lo traje de Rosario (a Sietecase)
Lanata: Me acusaba (Carla Castello) de trabajar en Clarín, cuando el padre trabajó en Radio Mitre los últimos cinco años de su vida.
Esto último lo dijo cuando Jorge Lanata se consideró un desaparecido más porque Página 12 no lo nombra -soviéticamente, digo yo- en la revista y el suplemento especiales sobre el 25 aniversario del diario, fundado por... Jorge Lanata.
Estos argumentos adolescentes son tan habituales en la política y en el periodismo argentinos que debería preocuparnos. Pero no preocupa tanto el argumento que se esgrime sino que muchos los tienen por buenos: casi todos los políticos y los periodistas.
Por suerte la adolescencia se cura con en tiempo. Y por desgracia hay gente -también países- incapaces de salir de la edad del pavo a pesar de que pasan los años -en 2016 celebraremos 200 de nuestra independencia.
A ver, Sietecase y Lanata:
¿Quién dijo que no hay que hacer preguntas al poder económico? ¿El que trae a alguien de Rosario no puede ser criticado por el rosarino? ¿Los hijos de gente que trabajó en Radio Mitre no pueden decir de otros que trabajan en Clarín?
Me hace acordar a dos sucedidos en los que estuve involucrado (perdonen la referencia personal). Un patrón que me estaba estafando y ante mi enojo puso como argumento que me había abierto las puertas de su casa porque una vez me invitó a cenar. Otra vez Nelson Castro nos cruzó con el vocero de la policía de Misiones por unas escuchas telefónicas a un legislador provincial que habíamos denunciado en El Territorio. Era mi palabra contra la suya, hasta que el policía puso el argumento adolescente: si a estas cosas ya las hacíamos para ese diputado cuando era presidente de la Legislatura...
El mismo Jorge Lanata se quejaba hace tiempo porque Néstor Méndez, intendente de El Calafate, le contestó que sabía que era homosexual a unas preguntas molestas del periodista. Lanata le contestó: "Está bien, soy homosexual, pero usted es un ladrón". Un caso increíble que puede oir aquí:
Mientras el debate de las ideas en la Argentina tenga este nivel y sea, además, aceptado por todos, estamos complicados, por no decir otra palabra...
4 comentarios:
¿Por qué tenemos que decirle al otro lo que tiene y no tiene que preguntar?
¿Por qué la chicana berreta es el único argumento para intenar lograr que el otro no hable no diga no pregunte no nada?
Cada uno hace de su prestigio y credibildiad lo que mejor le plazca, Lanata decidío tirarla por el hinodoro, no por que trabaje en Grupo Clarín aunque es parte también de su decadencia, sino por su nivel de argumentación que no es nuevo sóloq ue ahora se expone más, su inocultable desprecio por todo aquel que lo critique, por su intolerancia a las críticas, y por su indisimulable desprecio hacia todo aquel que el "descubrió" y luego hace su propio camino y sobre todo si ese descubierto es del interior del país, no es la primera vez que le escucho a Lanata estigmatizar y despreciar a un ex colaborardor señalando su origen.
Me pregunto empieza y termina el periodismo argentino en la figura de Lanata? El se ilusiona con el si,
el resto de la humanidad lo despierta diciéndole que no.
La argumentación de Sietecases si bien algo endeble me parece más atinada y hasta diría enfocada por que en el fondo, y es lo que no se entendió, el periodismo debe cuestinar, preguntar a todo el mundo.
No estigmaticemos más a la dulce adolescencia, Argentina es un país de sordos y creo que esto no tiene nada que ver con la adolescencia sino con lastres autoritarios.
En lo posible -aunque no siempre- hay que discutir los temas y no a las personas que sustentan los temas.
Gonzalo coincido con tu visión. Agregaría que se esta dejando de discutir con datos, con argumentos para discutir sin ellos dejando los hechos de lado que parecen no importar sino mas que nada para ver de que lado estas y según el lado y según la audiencia de ese lado lo que digas tendrá valides o no. Los matices son escasos y hasta diría poco tolerados. La credibilidad es un bien escaso y me da la sensación que la poca que hay se la rifa a dos pesos con cincuenta
Gracias Rodrigo y Anónimo. Creo que estamos todos de acuerdo en algo en lo que vale la pena que estemos de acuerdo por el bien del periodismo.
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