Se habla con fruición de postura crítica, del papel del periodista en una suerte de criba intelectual, como si debiera ser un cedazo en el que retener las imposturas. Pero, ¿qué formación reciben los periodistas para poder hacer esto de manera justa? Y, si se trata de "informarse" y de "contrastar", ¿es que no se ve acaso que no es lo mismo entrevistar a un político sobre su actuación en el último año, que hacerlo a un científico sobre un tema relacionado con la bioquímica, o con la óptica, o con la genética conductual? Para lo primero se requiere un trabajo algo tedioso a lo largo de una semana, para lo segundo, años de formación previa. Decidme si es en las facultades de "Ciencias de la Comunicación" (interesante y sintomática ya la determinación ontoepistemológica) donde se forma a los periodistas para poder hacer esto. Porque, si eso es lo que se cree, el periodismo está atrapado en un pozo y ni siquiera es capaz de ver la salida, porque sólo se mira el ombligo.
Adoptar una actitud escéptica no es ser crítico. Para ser crítico se necesita algo más que un postureo pueril, se necesita saber de lo que el otro está hablando, y poder moverse en su mismo terreno y lenguaje, y desacreditarlo interna y externamente. Se confunde mucho la crítica con i) la adopción (acrítica, por cierto, y también entusiasta) de ciertas posturas cientificistas estereotipadas que obran una separación feliz y epistemológicamente ruda e inestable entre ciencia y pseudociencia; y ii) la posterior aplicación sistemática de esa plantilla a todo conocimiento, sea de la índole que sea. Ser un periodista crítico no es cuestionar con un vago "¿por qué?" pretendídamente fino (normalmente desafortunado) todo lo que el entrevistador diga, y tacharlo de "magufo" o "curandero" sin entenderlo bien, en su terreno, en virtud de ese esquema cientificista prefijado.
Por supuesto que hay que cribar, pero también hay que dar voz a posturas distintas e incluso contrarias a las que uno mantiene. Y, si se las cuestiona, hacerlo con conocimiento de causa, no con una mera descalificación producto de haberse "informado" durante dos días sobre el tema. Por supuesto que es denunciable el periodista como mero "canal" de expresión del entrevistado, pero este papel es preferible al autoproclamado heraldo del racionalismo ilustrado, azote del oscurantismo, cuya concepción de la labor crítica se reduce a una mera inquisición pueril revestida de finura intelectual.
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Se habla con fruición de postura crítica, del papel del periodista en una suerte de criba intelectual, como si debiera ser un cedazo en el que retener las imposturas. Pero, ¿qué formación reciben los periodistas para poder hacer esto de manera justa? Y, si se trata de "informarse" y de "contrastar", ¿es que no se ve acaso que no es lo mismo entrevistar a un político sobre su actuación en el último año, que hacerlo a un científico sobre un tema relacionado con la bioquímica, o con la óptica, o con la genética conductual? Para lo primero se requiere un trabajo algo tedioso a lo largo de una semana, para lo segundo, años de formación previa. Decidme si es en las facultades de "Ciencias de la Comunicación" (interesante y sintomática ya la determinación ontoepistemológica) donde se forma a los periodistas para poder hacer esto. Porque, si eso es lo que se cree, el periodismo está atrapado en un pozo y ni siquiera es capaz de ver la salida, porque sólo se mira el ombligo.
Adoptar una actitud escéptica no es ser crítico. Para ser crítico se necesita algo más que un postureo pueril, se necesita saber de lo que el otro está hablando, y poder moverse en su mismo terreno y lenguaje, y desacreditarlo interna y externamente. Se confunde mucho la crítica con i) la adopción (acrítica, por cierto, y también entusiasta) de ciertas posturas cientificistas estereotipadas que obran una separación feliz y epistemológicamente ruda e inestable entre ciencia y pseudociencia; y ii) la posterior aplicación sistemática de esa plantilla a todo conocimiento, sea de la índole que sea. Ser un periodista crítico no es cuestionar con un vago "¿por qué?" pretendídamente fino (normalmente desafortunado) todo lo que el entrevistador diga, y tacharlo de "magufo" o "curandero" sin entenderlo bien, en su terreno, en virtud de ese esquema cientificista prefijado.
Por supuesto que hay que cribar, pero también hay que dar voz a posturas distintas e incluso contrarias a las que uno mantiene. Y, si se las cuestiona, hacerlo con conocimiento de causa, no con una mera descalificación producto de haberse "informado" durante dos días sobre el tema. Por supuesto que es denunciable el periodista como mero "canal" de expresión del entrevistado, pero este papel es preferible al autoproclamado heraldo del racionalismo ilustrado, azote del oscurantismo, cuya concepción de la labor crítica se reduce a una mera inquisición pueril revestida de finura intelectual.
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