Más de la mitad de los lectores de Esta Casa estarán confusos acerca de lo que ocurre entre Catalunya y España y de que no diga nada. Me hago cargo. Llevo unos días que no sé bien qué hacer. Uno también sufre. Quiero hablar del periodismo alrededor del conflicto, me doy cuenta de que esos lectores necesitan contexto y me tiene inquieto si logra uno, que es catalán y tiene posición tomada, dar una explicación suficiente e imparcial para que sea simple hacerse cargo de las portadas/tapas de hoy y de las que vengan.
[Si sabe inglés lea
esta crónica de The New York Times, súperneutral, y se hará una idea. Adolece de un error típico, que es explicar la cosa como una querella meramente financiera de los últimos dos años, esto es, que Catalunya está molesta por la crisis y pide administrar más recursos. Para resolver esa carencia,
lea la columna de esta semana de JBC* en
El País. Si lee ambos textos puede saltarse los siguientes cuatro párrafos. Saber inglés tiene estas ventajas].
Tenga paciencia. Descarte toda mala intención. Vamos allá.
El de los catalanes es un descontento "molto articolato" y lejano, originado en agravios de diversa consideración contra su identidad, su lengua y sus instituciones y en el maltrato económico del Estado. Hay muchos ejemplos de todo eso pero dudo que tenga ganas de detalles. De alguna manera –unos más y otros menos– los catalanes se sienten españoles de segunda. Errará si cree que es una vecindad mal llevada. No es eso. Es grave. Puede causar su secesión, que es el remedio que la mayoría de catalanes considera hoy mejor, mientras que hace cinco años sus partidarios eran menos de un quinto de la gente. Algunos analistas españoles poco imaginativos emplean para describir la cosa la analogía de un matrimonio que se rompe, etcétera.
La crisis económica ha hecho saltar la tapa de la olla donde hervía todo eso. Así que el pasado día 11, entre 600.000 y 1,5 millones de personas se manifestaron en Barcelona detrás de una pancarta donde se leía, traducido: "Catalunya, nuevo estado de Europa". O sea, pedían la independencia de España. Bien.
El Presidente catalán, Artur Mas, trató ayer de conseguir que el Presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, aceptara debatir una solución a la parte económica del conflicto. La propuesta se llama "pacto fiscal" y propone que el Gobierno catalán recaude, liquide y gestione todos los impuestos que se generan en su territorio y envíe un volumen de recursos, previamente pactado, al español. Ahora funciona al revés y su aplicación es muy arbitraria.
La respuesta del gobernante español fue un NO neto porque –alega– esa propuesta supera la Constitución española de 1978, "que todo gobernante debe cumplir y hacer cumplir". El presidente catalán arrancó su conferencia de prensa así: "no ha ido bien". Bueno. Vayamos a las páginas.
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"No hay Constitución que detenga a Catalunya" |
Es interesante observar cómo combinan títulos y fotografías.
Ara destaca lo más grueso que dijo el presidente Mas: que ni la Constitución española es argumento para frenar las aspiraciones catalanas. Acompaña la foto de la llegada de Mas al palacio presidencial, en Barcelona, cuya plaza se llenó de ciudadanos para recibirle. Es una primera muy épica, pero tiene en cuenta que el problema va más allá de una discusión por la plata.
Lo contrario hace
El País, que reduce el caso a una mera urgencia electoral del Gobierno de Mas. Es un modo de empequeñecer el problema y ocultar el
huevo para centrar el conflicto en el
fuero. Es como hablar de una inundación usando como única fuente el Centro Meteorológico de la zona afectada. Una inundación no es una lluvia fuerte. Son muertos, heridos, vidas destrozadas. Eso.
Si
Ara juega la carta emocional –siempre arriesgada–,
El País se equivoca al empequeñecer la situación. La fotografía no les ayuda, más bien les desmiente. Quizá no están entendiendo la magnitud de la tragedia o no les gusta que sea tan complicada. No sé. En fin, es peculiar: la misma foto, dos contextos diferentes. En uno juega a favor del título, en otro no.
La Vanguardia, que tiende a buscar la línea de menor resistencia y suele ponerse de perfil ante los conflictos, lleva unos días navegando entre escollos y bajíos con una habilidad que parecía olvidada. El título principal es lo suficientemente ambiguo como para agradar a muchos –la gente no sabe bien si el Gobierno catalán se tira por la independencia o qué va a pasar– y las fotos acompañan bien: la institucional, grande, y la épica, pequeña. Que no falte de nada para que unos, otros y los de enmedio encuentren algo que les agrade. Está en su ADN. Nunca engaña. ¿O sí?
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"Nueva etapa" |
La Razón, en su pintoresca línea actual, decidió adoptar el papel de
chequista del Gobierno español. Más que contar qué pasó, se manda unas amenazas sobre una fotografía donde aparece una señal de salida/exit y un señor borroso. ¿Será arte? Fíjese que mientras
La Vanguardia habla de "nueva etapa" (y
El Periódico de Catalunya, más abajo, de "cambio de ciclo"), el tabloide nacionalista español fuerza la
interpretación contraria. Y eso que se trata de los mismos hechos. Si viniera un marciano pensaría que esos diarios estuvieron el lugares diferentes. Decía el senador norteamericano Daniel Patrick Moynihan que tenemos derecho a nuestras propias opiniones, pero no a nuestros propios hechos. Eso.
ABC, el competidor directo de
La Razón, también se esfuerza por darle a su público la carnaza que suponen que desea. En los titulares, de aire marcial, desde luego: la interpretación desfigura los hechos. También en la elección de la foto, donde parece que Mas rinde vasallaje a Rajoy. Simplemente pasó esto: el catalán hubo de subir unos escalones para llegar a donde le esperaba el español y, como hace(mos) la gente de cierta edad, mira(mos) dónde pisa(mos). El resto lo concluye usted solo, que ya es mayor. Ah, qué inmenso gustazo se darían en el consejo de redacción: "pon ésa, pon ésa, que se le ve inclinándose ante Spañññña!" Como si los oyera.
A los de
La Verdad, un diario del sureste español, les debió ocurrir algo parecido o peor. Rajoy no le dio ningún portazo a Mas. El propio Mas explicó que la entrevista había sido cordial y que Rajoy es una persona afable "con la que no te puedes enfadar aunque quieras". ¿A qué viene lo de "portazo"? ¿Quizá a las ganas que tenían de que así fuera? ¿Aplicaron aquella fullería de que la realidad no te estropee un buen titular (previamente pensado)? ¿Fue frivolidad? Qué pena.
Más inteligente parece la edición gráfica de
Heraldo de Aragón, de Zaragoza, donde se ve la cara de gravedad de Mas y la mirada de Rajoy. Dos frente a frente. Duelo en OK Corral. llámele B. Tiene épica y explica mejor lo que ocurrió después:
El Punt Avui, como otros, había descontado ya que la entrevista sería un fracaso y se lanzó a la prospectiva (para forasteros: si la entrevista fracasa, la propuesta de pacto fiscal se desecha. Una de las opciones es adelantar las eleciones catalanas y obtener una mayoría grande, que permita forzar de nuevo el diálogo sobre aquella propuesta o declarar la secesión en la cámara catalana).
La mejor, a juicio de uno, es la de
El Periódico de Catalunya. La foto de la izquierda, en blanco y negro, es de la histórica entrevista de 1978 entre el presidente español, Adolfo Suárez, y el presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas, que voló desde su exilio francés a Madrid para pactar la restauración del gobierno catalán. El final de esa entrevista fue todo lo contrario que la de ayer, en la foto de la derecha. Me parece una portada exacta con un título exacto. Sin necesidad de ceñirse solo a los hechos pero sin despreciarlos ni forzarlos con interpretación previamente decidida. Debajo, la épica. Una portada de altura.