Desde 2009, no ha hecho más que perder.
Ya perdió negocios multimillonarios: la exclusividad de la transmisión de los partidos de fútbol y la libertad de controlar la producción de papel periódico, y otros de resolución todavía pendiente en la justicia. También perdió el ingreso a negocios estratégicos: por ejemplo, el acceso a una telefónica que tanto quería Magnetto. También perdió lectores: el diario tiene menos de 300.000 lectores diarios de promedio y no deja de caer desde 2005, mientras algunos competidores, como La Nación, crecieron. También perdió prestigio y credibilidad.
Y, sin embargo, persiste como si no tuviera ya más nada que perder. No es cierto: aún maneja un negocio de 522 millones de pesos de ganancia anual que juega cada día en la trinchera de lo que, a todas luces, parece una batalla perdida. Porque, como ocurrió en la Gran Bretaña de Rupert Murdoch, un modelo de relación entre la prensa y el poder político, que dio una posición dominante a Clarín en los últimos 30 años, ha muerto.
Sólo Clarín parece no entenderlo.La misma idea del post El 7 de diciembre ya pasó, pero esta vez dicha con la autoridad de la autora de Pecado original.
Clarín, los Kirchner y el pecado original, en Paper Paper, 5/10/2011
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