Son las escaleras de los fotógrafos de prensa, organizadas ante de la puerta del hospital King Edward VII donde estaba internada la duquesa de Cambridge (Kate Middleton, la mujer de Guillermo, nieto de Isabel II del Reino Unido y segundo en la línea de sucesión) al padecer algunos síntomas bastantes normales de su primer embarazo. Las escaleras portátiles muestran una vez más la endogamia del periodismo en nuestro tiempo. Sobrecarga y aburrimiento: todos decimos lo mismo de lo mismo aunque no tenga ninguna importancia ni más trascendencia que un simple embarazo.
Pero lo que no aparece en la foto es el teléfono desde el que llamó una periodista australiana a la guardia del hospital haciéndose pasar por la reina Isabel para conocer la salud de Kate y su bisnieto y desternillarse de risa pasando la grabación por la estación de FM 2Day. Una estupidez soberana de la que ya conocemos el desenlace: el suicidio de Jacintha Saldanha, la enfermera que atendió a la falsa reina y su broma de pésimo gusto y peores consecuencias.
Me recuerda TP que una cosa es ser popular y otra inhumano. Y digo yo que una cosa es lo que pide la gente y otra lo que en estricta justicia debemos a la gente. Las farmacias no están abiertas a lo que pida la gente, ni las licorerías, ni las tabaquerías, ni las armerías y ninguna de estas restricciones nos repugnan como muchas otras que restringen nuestra libertad, como entrar en la casa del vecino. Sigue TP:
Somos responsables de nuestras acciones y sus consecuencias. "Es lo que pide la gente" es lo que debían comentar entre sí los tiranos y sus sicarios y lacayos para quedarse contentos y tranquilos, para anestesiar sus conciencias. Hasta que acabaron convertidas en un cuerpo calloso, insensible ante los sufrimientos de la gente, de esa misma gente que dicen que quiere amarillismo.Lea, para terminar, esta columna de Rosario Gómez en El País (Madrid) de hoy. Vale la pena: las consecuencias de confundir periodismo con espectáculo son terribles.
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