Confieso ahora que me inquietaron dos columnas en Clarín de hoy. La primera es de Jorge Lanata y se refiere a Rafael Correa como modelo para Cristina Fernández de Kirchner. Tiene la excelente anécdota de Osvaldo Soriano sobre los premios y Le Canard Enchaîné:
“¿Y sabés qué pasa cuando a uno de sus periodistas lo premian?” , me decía Osvaldo mientras mascaba un cigarro pulverizado y apagado en la boca, tratando de dejar de fumar.
–¿Qué?
–Lo rajan.
–¿Pero si el tipo no se presentó al premio y lo recibió igual, por mérito?
–Lo echan de todos modos. Ellos dicen que nadie se merece un premio.Y –ya que toda anécdota que se precie tiene que tener un caso paradigmático– contaba el caso de un ex jefe de redacción del Canard que había sido despedido luego de recibir el premio más importante del periodismo francés.
–¡No!
–Te lo juro, decía Osvaldo, divertido.
La segunda es de Miguel Wiñazki y supone una embestida continental y organizada contra la libertad de expresión, basada en un nominalismo orweliano: existe lo que se dice, no lo que se hace. Es una explicación bastante cabal de la necesidad de mangonear el relato en las nuevas autocracias que llegan con votos al poder. Nada nuevo: nacional socialismo en el siglo XXI.
2 comentarios:
Gonzalo, en la segunda línea del post dice dos veces Luis XIV. Calculo que querías decir Luis XIV y Luis XV. Saludos!
Muchas gracias. Corregido.
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