No se puede hacer periodismo sin periodistas Recuerdo que una vez, hace ya mucho tiempo, un grupo de periodistas escribió –escribimos, que yo también la firmé- una carta al diarioLa Nación de Buenos Aires. Celebrábamos la inauguración de la sección de equivocaciones del diario. En esos días el viejo diario de Mitre (ya tiene 143 años) había decidido dar fe de sus errores en una pequeña sección de la página editorial: pequeña, claro, si los errores son pocos… Suponía entonces La Nación que podía cometer errores, es decir que después de más de 100 años se habían apeado de la infalibilidad pontificia que había regido su relación con los lectores y sobre todo con los protagonistas de sus historias. Se decía de La Nación lo que de otros periódicos de su género: si el diario dice que usted se murió cuando usted sigue vivo hay un solo modo de arreglarlo: publicar su resurrección. Decíamos en esa carta que rectificar los errores es de sabios y que lejos de disminuir su credibilidad, cuando el periodismo acepta que lo cometió y se corrige, la mejora decididamente. Y la credibilidad, amigo lector, es el capital más valioso que tiene cualquier medio de comunicación o cualquier periodista que se dedica a este maravilloso negocio de mejorar el mundo con la verdad. Pero ya se ve que a los seres humanos nos cuesta mucho aceptar que cometemos errores. Pasó otra vez en estos días aciagos en los que el diario El País de Madrid publicó la foto del falso Chávez intubado: un error de acá a la China por el que vienen dando muchas explicaciones y pidiendo poco perdón. Ocurrió que les metieron un confite, pero del tamaño del Chimborazo. Una agencia desconocida les vendió bastante cara y como buena una foto tomada de un video de 2008 sobre el tratamiento a un acromegálico parecido a Hugo Chávez. Cualquiera podía encontrarlo en YouTube, pero en El País no lo supieron hacer. Los primeros que vieron esa foto que el diario dio como primicia con bombos y platillos en la parte más alta de la portada, tardaron segundos en morirse de risa por todas las redes sociales de la pifia del diario. Y al diario le costó 220.000 euros retirar de la calle lo que pudieron de la edición y mandar otra que llegó bien tarde a los lectores ya un poco cansados de esperar (nunca un diario debe darle a otro la oportunidad de ocupar su lugar). Un error que no cometen ni los periodistas más novatos. Pero no los cometen porque nadie publica una foto de cuidados intensivos de un hospital: es evidente que ha sido tomada a hurtadillas, en contra de la voluntad del protagonista y de su familia, a quienes tendríamos que pedir permiso primero para tomarla y luego para publicarla. Y ya se ve que si lo hubieran hecho otro gallo cantaría, pero no lo hicieron porque decidieron que Chávez y el misterio en torno a su enfermedad y recuperación eran motivo suficiente para que la realidad no les arruine la noticia… Pero se las arruinó igual y con la contundencia exagerada por el error de la foto falsa. ¿Por qué un diario como El País arriesgó tanto? Porque viene perdiendo hace semanas, meses, y casi todos los días por las palizas que le propina su principal competencia, el diario El Mundo, también de Madrid. Los dos son jóvenes: El País lleva apenas 36 años en la calle y El Mundo no llega a 25. Hace tiempo que es El Mundo, el diario de la derecha divertida, el que destapa los chanchullos de la derecha moderada y no El País, que es el diario de la izquierda solemne. También es El Mundo y no El País el que encuentra al rey donde no debiera estar y a su yerno haciendo los negocios que no debiera hacer. Cada uno de estos golpes deja más grogui a El País, le resta reacción y lo arrincona contra las cuerdas, sin reflejos y sin vista para el próximo golpe que en vez de darlo, lo recibe. Cuando en El País vieron la foto de Chávez se restregaron las manos y pudo la angurria sobre la prudencia y así les fue: otro golpe que es casi el de gracia. El Grupo Prisa, propietario del diario El País, acumula una deuda de más de 3.500 millones de euros por culpa de la soberbia de sus directivos que en lugar de bajarse sus exagerados salarios juegan al negocio del naufragio. En 2012 han echado a 130 periodistas y ya se ve que se está quedando con los baratos: trasladadores de datos y aprendices de efectos especiales. Y ya se sabe que no se puede hacer pasteles sin pasteleros ni periodismo sin periodistas. Así se pide perdón en un diario (2), en Paper Papers, 28/1/2013 Así se pide perdón en un diario, en Paper Papers, 25/1/2013
domingo, 3 de febrero de 2013
No se puede hacer periodismo sin periodistas
Se publicó en El Universo de Guayaquil del viernes. Solo digo otra cosa: los tramposos, como los estafadores, siempre se sirven de la codicia -de la angurria- de los que caen en las trampas.
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1 comentario:
Brillante, brillante, amic meu. JL
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