Pedro J. Ramírez confirma una vez más la historia repetida de las copas con el poder de las que habla el hijo de puta de Allen Neuharth:
los periodistas nos vamos demasiado de copas con nuestras fuentes y acabamos convertidos en ellos, apresados en el sindrome de Estocolmo.El 22 de septiembre de 2008 repetimos en Paper Papers esta frase archiconocida de Neuharth, pero más actual que nunca. Léalo hoy (le aseguro que no cambié una coma). Pedrojota es un fundador de periódico: uno de esos pioneros que no quieren ganar dinero sino cambiar el mundo... y de paso ganaron dinero.
Pero ahora viene la prueba de fuego por la que pasa todo fundador. Si El Mundo se muere, como vaticinan algunos para alabarlo, es sencillamente porque no supo fundar un diario. Parte esencial de la fundación de un periódico -y de cualquier empresa- es ponerle el código genético para que trascienda la propia vida. Si El Mundo cierra, habrá sido apenas un dechado de la vanidad de su fundador. Una lástima. Será la confirmación de que a Pedrojota lo sedujo más el poder y sus copas que cambiar el mundo.
Pero un diario no se muere por más o menos vanidad de su fundador ni de sus periodistas. Si esa vanidad trae beneficios económicos duraderos, no se despide al que los produce y asegura larga vida al periódico.
Los periódicos se mueren porque quiebran. Y a nadie se lo felicita por quebrar.
2 comentarios:
"...ponerle el código genético para que trascienda la propia vida"
La verdadera diferencia entre un pionero y un oportunista.
Muy interesante.
Gracias Alberto.
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