Discutíamos el otro día en una reunión de editores acerca del horóscopo que se publica todos los días en el diario El Territorio de Posadas. El de hoy es un servicio pagado incluido en los que llegan por agencias, pero es notablemente malo. Decía entonces que me parece un anacronismo y una contradicción que un medio periodístico publique el horóscopo. Los periodistas buscamos la verdad y quizá eso mismo nos hace descreídos y escépticos, pero a la vez publicamos unas predicciones basadas en la influencia absolutamente improbable, mágica, de los astros sobre las personas. Bueno, en realidad nos consta que es un invento chino. Le doy cuatro casos que conozco:
1. Cuando hacía una pasantía en el diario La Prensa de Buenos Aires a una alumna de la facultad le encargaron hacer el horóscopo. Lo inventaba todos los días y se divirtió como una enana.
2. En El Territorio inventamos para un suplemento de juegos el Horóscopo Tierra Adentro, con sus propias fechas y signos.
3. En el mismo diario (ocurre en todos) damos horóscopos antiguos, ya publicados en el diario, cuando nos quedamos sin el que viene por agencia.
4. Lo mejor de todo es esta historia del horóscopo de Walt Whitman en Expreso de Guayaquil, que es la que me recordó las otras. Ocurrió cuando trabajábamos juntos en ese diario con Antonio Martínez Rosado y Jaime Serra, los protagonistas del episodio.
Hay miles y cada uno tiene la suya, pero cuando queremos sacar el horóscopo del diario una fuerza superior lo impide. Y basta con que se vaya un solo lector para que el argumento sea convincente.
Estoy seguro de que la mayoría de los que leen el horóscopo tampoco creen en él y que leer estas historias no les provoca absolutamente nada. Lo seguirán leyendo igual que antes.
Como bonus track les paso ese fragmento de la película Un novio para mi mujer de Juan Taratuto.
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