El director de Wired envió un memo a todos sus empleados, pero se coló por alguna rendija del barracón hipóstilo de San Francisco y así lo publica The Awl (vale la pena leerlo). Lo bueno son las fotos, todas en la cuenta de Instagarm de Scott Dadich (aquí abajo con sus perritos):
Dadich empieza con la embarazosa descripción de la antigua redacción:
...coffee stains on walls (and countertops and desks), overflowing compost bins, abandoned drafts of stories and layouts (full of highly confidential content), day-old, half-eaten food, and, yes, I’m going to say it, action figures.y lo que tiene que ser la nueva...
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