El 18 de diciembre del año pasado un fanático mató a balazos al embajador ruso en Ankara. Esta es la foto que tomó Burhan Ozbilici, un
fotero del montón que cubría la inauguración de una muestra a la que asistía el embajador en una galería de arte. El fotógrafo atinó a seguir disparando su cámara mientras el loco disparaba su pistola y gritaba
Alá es grande.
Ozbilici ganó con esta foto el premio mayor del fotoperiodismo mundial que otorga la World Press Photo
. La foto de arriba integraba una serie presentada en la categoría
spot news stories, en la que también ganó el primer premio. La de abajo es otra de la serie, casi tan fuerte como la de arriba. Aparece el embajador y su asesino, que hirió a otras dos personas y luego murió acribillado por la policía.
No lo dicen en la
WWP, pero el premio debería ser un homenaje a los fotógrafos que hacen cola a la espera de una asignación en todos los medios del mundo. Bueno a esos que hacen cola, pero están dispuestos a ganar el premio de la WPP en la inauguración de una exposición de pinturas mediocres y tienen la sangre y el fuego para seguir sacando fotos. Lo curioso es que Burhan Ozbilici ni siquiera sabía que estaba contando una historia cuando tomaba fotos antes de los disparos y esta foto hubiera sido, con suerte, un recuadrito que saldría cuatro días después en la página 36. Así funciona la serendipia (
serendipity).
***
Unos días después, el 25 de noviembre, murió Fidel Castro. Ni el atentado de Ankara ni la muerte de Fidel salieron en la mayoría de las colecciones que los medios apuran todos los años: fotos del año, personaje del año, videos del año... Mire este anuario de
The Economist en que no aparece ni siquiera Donald Trump y sí Hillary Clinton, tan seguros estaban de quien ganaría las elecciones el 20 de noviembre de 2016.
Esto es todo lo contrario de la serendipia.
Bonus track. La amazona voladora, el primer premio de la categoría deportes para
Tom Jenkins.
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