El jueves de esta semana que empieza, el diario El Territorio va a cumplir 97 años desde el primer número, que salió a la calle el 2 de junio de 1925. El Territorio nació en Posadas y en una imprenta llamada La Lucha, que es nombre de periódico y no de imprenta, pero su fundador, el reincidente Sesostris Olmedo, había tenido antes publicaciones en otras ciudades argentinas.
Hace tiempo que venimos diciendo que El Territorio ya no es un diario. Era el título de esta misma columna el domingo 29 de mayo de 2016, cuando estaba por cumplir 91 y los días coincidían con 2022. Ahora, y por las mismas razones que exponía en 2016, me atrevo a gritar a los cuatro vientos que El Territorio nunca fue un diario. Decía entonces que si Olmedo hubiera vivido en nuestros días, no habría fundado un diario pero sí habría llamado La Lucha a lo que hacía. El diario, el papel, la imprenta, son tan circunstanciales como la radio, la televisión... el teléfono, la tablet o la computadora.
El Territorio es periodismo y el periodismo es una pasión a la que le da igual el soporte o la plataforma por la que nos llegue. Y esa pasión del periodismo no es ni más ni menos que la pasión por la verdad, algo tan necesario para vivir en sociedad como el aire para respirar. Ya sabe que los periodistas no somos los únicos que buscamos la verdad, pero sí somos los únicos que la buscamos con urgencia, porque a la sociedad le urge saber qué pasa. Por eso, la verdad del periodismo nunca es una verdad terminada: está siempre en desarrollo.
Pero hay una diferencia que puede haber distorsionado el negocio del periodismo durante todo el siglo XX. La publicidad alimentó las arcas de las empresas periodísticas hasta hacerlas ricas y poderosas: es que la gran circulación –que fue producto de un par de inventos y de la alfabetización generalizada– provocó el gran soporte publicitario que fueron los diarios impresos. Pero esa ecuación se terminó hace rato y hoy el periodismo vuelve a ser solventado por el periodismo. Es una gran noticia, porque nos da la independencia que necesitamos y que la publicidad nos podía cercenar.
En 1982, durante la guerra de las Malvinas, el diario llegó a al punto máximo de circulación de su historia, con unos 33.000 ejemplares. Puede multiplicarlo por cuatro, que es el número de lectores que se calculaba entonces por cada ejemplar y aún así es muy poco comparado con la cantidad de seguidores de distintas plataformas, que hoy son quince veces más: suman más de 500.000 y siguen creciendo. Sin embargo y a pesar de esos números, el gran negocio del periodismo dejó de ser la venta de publicidad que le proporcionaba la circulación de casi el único soporte que existió durante gran parte del siglo XX.
El siglo XXI hará del periodismo una actividad mucho más genuina que la del XX. Ya no habrá que comprar el diario, o suscribirse a alguna de sus versiones para leer solo una parte de lo que se paga. Llegará un día en el que se pagará solo lo que se consume, y será mucho más barato porque nada es tan caro como pagar por lo que no se usa.
* Publicado en El Territorio el 29 de mayo de 2022