domingo, 31 de diciembre de 2023

Periodismo que se agranda

Transcribo parte del artículo que se publica hoy en la página 2 del diario El Territorio. También en su sitio web y en otras plataformas, con el título La innovación no para. Lo digo expresamente: no es un achicamiento de un medio, es el agrandamiento del periodismo.


Una placa de bronce de buen tamaño adorna la entrada de El Territorio. Anuncia al que franquea la puerta que está entrando al DIARIO EL TERRITORIO. Por la tipografía es fácil averiguar su antigüedad. Es parecida a la que ha vuelto hace unos meses a la cabecera del diario: de caja alta y palo seco (todas mayúsculas y sin firuletes ni cambios de grosor) antes de que, hace muchos años, adoptara primero unas letras minúsculas algo juguetonas y luego unas más serias, pero también minúsculas.

Fue esa placa la que provocó la cantinela que hemos adoptado hace años para describir lo que hacemos: El Territorio no es un diario, que basta y sobra por lo clara y concisa, pero todavía queda mejor con la segunda parte: El Territorio tiene un diario.

Durante los 100 años del siglo XX, que podrían datarse algo desfasados entre entre Pulitzer y las redes sociales –que coinciden bastante con los 100 años de El Territorio– el periodismo se financió por ser el soporte principal y casi único de la publicidad. El periódico –los diarios– eran medios que todo el mundo leía y con las noticias venía la publicidad. Cantidades ingentes de anuncios que llenaban páginas enteras, medias páginas, o el tamaño que hiciera falta porque siempre había lugar y si no había, se fabricaba. Siempre se entendió que la publicidad es información aunque no sea periodismo, y por eso diarios como El Territorio tenían cuadernillos enteros de avisos clasificados que hoy se han pasado a otras plataformas porque hay otros modos de comprar y vender. Pero siguen firmes y fuertes en el papel los anuncios de supermercados minoristas y mayoristas, los automóviles, los inmuebles, los bancos... y los fúnebres: un clásico que se ha mantenido idéntico durante los casi 100 años de historia del diario.

No fue internet lo que cambió los hábitos. Fue el teléfono, que hace tiempo tampoco es un teléfono. El celular es una pantalla móvil, una minicomputadora que tiene un teléfono entre miles de otras cosas más. Pero lo más importante del móvil no es el aparato sino la señal que llega al aparato.

Por esa señal va todo el periodismo de hoy en día. Eso quiere decir que podemos desprendernos de una industria y una logística que nunca fueron el corazón ni el cerebro del periodismo: transportar y almacenar pesadas bobinas de papel y tambores de tinta; imprimir papel a gran velocidad en unas máquinas inmensas y complicadas; transportar el papel impreso hasta el último rincón de Misiones y del nordeste de Corrientes; vender ese papel impreso con una particular gestión comercial; traer de vuelta a la planta los ejemplares no vendidos; almacenar ese papel impreso hasta darle un destino...

En su época de mayor circulación el diario El Territorio llegó a los 33.000 ejemplares vendidos. Pero comprar ejemplares no es lo mismo que leerlos, quizá por eso las estadísticas serias de la NAA (Newspapers Association of America) calcula que el lector promedio lee entre el 5 y el 10 por ciento de los contenidos de un diario. Comparado con el esfuerzo industrial y logístico ese número da un resultado tremendo de costo por impacto.

Decía Marshall McLuhan que el medio es el mensaje, pero nunca conoció los celulares. Se refería al diario comparado con la televisión o la radio, o a otros medios que definía con acierto como extensiones del hombre. Hoy sabemos que los contenidos del periodismo son los mismos en papel o en el celular, por la movilidad idéntica del papel o del celular y eso que el celular tiene todavía dos dependencias que no tiene el papel: la carga y la señal. La radio y la TV se comparaban con líneas de colectivo, que te llevan por su propio recorrido, pero ahora la posibilidad de ver y oír en el celular está igualando a la antigua radio y la TV con la movilidad del diario.

Ya no está McLuhan para decirnos que el móvil es el medio por excelencia. Es el soporte de todos los mensajes, la extensión más extraordinaria de las potencias humanas.

Las tecnologías le han hecho un favor inmenso al periodismo, que ya no requiere la inversión costosa de esa industria pesada y su complicada logística anexa. Hoy se puede ser empresario del periodismo con poco espacio y buenas computadoras. Y la diferencia entre los medios está en la marca, la cabecera que certifica el periodismo que contiene. Ahí está la misión más cabal de El Territorio.

Y como pionero que fue en las innovaciones constantes de su historia, hoy El Territorio suma una más: empezamos a despegarnos del papel. ¿Por qué lo hacemos ahora y no antes o después? porque hemos llegado al punto que nos habíamos impuesto.

La suma de visitas a todas las plataformas en las que difundimos nuestro periodismo está llegando a 500.000 lectores. Un número impensado por quienes celebraban el pico máximo de circulación, allá por 1983, pero la diferencia es que los de ahora llegan para enterarse de algo y no son compradores de un papel que quizá ni siquiera leen.

Por eso, desde esta semana El Territorio saldrá impreso a la calle los miércoles, sábados y domingos. Los lunes, martes, jueves y viernes mantendremos el periodismo se siempre, el que venimos haciendo hace ya 20 años 24/7 en internet y en las redes, pero además seguiremos cubriendo esos días con las tapas estilo papel, como hasta hoy: allí están nuestras apuestas de cada día. Toda la publicidad se concentrará en las ediciones que salen a la calle impresas en papel, con los avisos fúnebres de los días que no salimos a la calle.

Imprimir y archivar ejemplares le da una fortaleza descomunal a los periódicos. Es la fortaleza del coraje para sostener lo que decimos, de dejar impresa la verdad para siempre: lo que hacemos hace casi 100 años y que se mantiene en el archivo de El Territorio, principal depósito de la historia de Misiones. Ese diario para los nostálgicos del papel o los que todavía prefieren la calidez de la tinta, seguirá existiendo los fines de semana, como hasta ahora, y los miércoles con una edición reforzada, para leer con calma y con tiempo.

sábado, 16 de diciembre de 2023

Título terrorista

Es la portada de hoy de La Nueva de Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires). Antiguo diario La Nueva Provincia, de los más antiguos de la Argentina que ahora sale impreso a la calle solo los sábados y domingos. 

Decía en un post anterior que la misión de los periodistas es contestar a sus preguntas y no hacérselas a los lectores.

Pero no es por eso que llamo título terrorista a todo un género, que se expresa siempre en castellano entre signos de interrogación. El título pregunta admite por lo menos dos respuestas y por tanto también dos versiones de la realidad. No dice ni lo uno ni lo otro. No se juega ni se moja, pero peor todavía es que siembra el terror, como este de hoy de La Nueva.

martes, 5 de diciembre de 2023

Preguntamos a los protagonistas, no al público

Subo cinco portadas de periódicos franceses de hoy, los cinco coinciden en abrir el diario con una pregunta, algunas de ellas terroristas, ya que se pueden hacer sobre cualquier situación para sembrar sospechas sin afirmar ni negar nada de una persona. Al final un bonus track.

La misión del periodismo es hacer las preguntas a los protagonistas para contestas las que se hace el público y no hacerle las preguntas al público, aunque después las conteste en la página 4. 

Quizá es que las preguntas se han convertido en una suerte de clic-bait para que los lectores compren el diario a buscar la respuesta. No lo sé, pero sean o no sean clic-baits, son lo contrario del periodismo y de una regla básica de la titulación: sujeto, verbo y predicado en voz activa y sin signos que hagan ruido.

La Dépêche du Midi (Toulouse)

La Marsellaise

Ouest France (Rennes)

Le Parisien

La Voix du Nord (Lille)

Habrá visto que los franceses tienen la horrible costumbre de separar los signos de la palabra anterior. Peor todavía es lo que hace L'Yonne Républicaine en esta portada del 28 de noviembre pasado.

 

miércoles, 29 de noviembre de 2023

Desiertos de periodismo

Va en castellano este interesante artículo publicado ayer por el Reuters Institute (Universidad de Oxford).


Cinco periodistas experimentados reflexionan sobre la desaparición de las noticias locales

Periodistas de Nigeria, Francia, Brasil y EE. UU. hablan sobre el debilitamiento de los periódicos locales y sobre lo que puede venir a continuación para el periodismo en sus regiones de origen.

Por Murillo Camarotta, para Reuters Institute

28 de noviembre de 2023


El 7 de noviembre de 2025, el diario en circulación más antiguo de América Latina inaugurará una cápsula del tiempo almacenada en un museo de Recife, ciudad del noreste de Brasil. En esa fecha el Diário de Pernambuco cumplirá 200 años. En la ceremonia periodistas y editores verán objetos y leerán mensajes colocados en la cápsula en 1925, año en que el periódico celebró su primer siglo de vida. 

A pesar de la importancia simbólica del evento, no habrá mucho que celebrar. En medio de una grave crisis financiera, el Diário de Pernambuco es ahora una sombra de su glorioso pasado. Olas de despidos han reducido la sala de redacción a una pequeña fracción de lo que era antes. Los que se quedan, viven con una rutina de retrasos salariales que a veces superan los tres meses. La cobertura de temas locales se ha reducido radicalmente.

Un informe sobre el periodismo local en Estados Unidos publicado a principios de este año por Medill Local News Initiative presenta un panorama similar, que el renombrado periodista Steve Waldman describió como "el más alarmante" que jamás haya visto. Según el informe, los periódicos están desapareciendo a un ritmo medio de más de dos por semana. Los datos muestran que 2.900 periódicos locales han desaparecido del país desde 2005. Muchos países alrededor del mundo están pasando por el mismo proceso.

En Brasil, una encuesta realizada por un proyecto llamado Atlas da Notícia muestra que 942 organizaciones de noticias han cerrado desde 2019. Los periódicos y revistas locales representan más de la mitad de estos cierres, según el informe más reciente.

Los llamados desiertos informativos no son nada nuevo. La disrupción digital ha sido especialmente brutal en las redacciones locales y regionales. Muchos han desaparecido o han perdido su relevancia o su alma. En este artículo, reporteros experimentados de cuatro continentes hablan sobre el estado del periodismo local en sus países, comparten sus recuerdos sobre esfuerzos pasados ​​y tratan de imaginar lo que nos depara el futuro.

Recuerdos de un pasado diferente

Daniel Golden, editor senior de ProPublica, escribió recientemente un artículo sobre cómo la ciudad de Ware, en el estado estadounidense de Massachusetts, se está convirtiendo en un desierto informativo. Decisiones importantes para el futuro de la comunidad, como la privatización de los servicios de agua y alcantarillado, por ejemplo, se toman con poca o ninguna supervisión por parte de la prensa local, que ha desaparecido casi por completo.

El Springfield Daily News, el periódico para el que trabajó Golden a principios de la década de 1980, ya no existe. Recuerda que la publicación cubría bastante bien la región y tenía asignado un corresponsal para seguir de cerca lo que sucedía en Ware. Hoy en día, la gente se siente olvidada por los medios de comunicación. A falta de periodismo real, todo lo que queda es pura especulación en Facebook.


En una conversación para este artículo, Golden compartió recuerdos de sus días en el Springfield Daily News que sonaron premonitorios. “Uno de mis colegas, Steve Gield, creó una rutina al cubrir reuniones vecinales tan insignificantes y oscuras que nadie las había considerado de interés periodístico antes”, dice. “Finalmente, Steve consiguió un trabajo en otro periódico. En su último día, le dijo a uno de estos grupos que se iba. Preguntaron quién sería su sustituto en el Daily News. Steve dijo: “No sólo ya no cubriré más sus reuniones, sino que nadie volverá a cubrirlas nunca más”.

La visión desde Brasil, Nigeria y Francia

Marisa Gibson, reportera y columnista del Diário de Pernambuco durante más de 20 años, recuerda la fuerza y ​​la escala de la cobertura regional del periódico en el pasado. Durante la dictadura militar en Brasil (1964-1985), dice, cuando la prensa estaba bajo censura, los periódicos locales más pequeños pudieron eludir la vigilancia de los censores y publicar información que era importante para la comunidad.

“Hoy vivimos aquí sólo con noticias nacionales. A menudo, sólo el lunes nos enteramos de algo importante que sucedió durante el fin de semana. Esto se debe a que los programas de televisión locales, que aún sobreviven, no se transmiten los fines de semana. A menos que sea algo muy extraordinario, los periódicos locales simplemente no lo cubren”, dice Gibson, quien fue despedida durante la pandemia sin siquiera recibir el dinero que tenía derecho a recibir.

En Europa, la crisis ha reducido significativamente la circulación y el personal editorial de Le Progrès, un diario que cubre la región alrededor de la ciudad francesa de Lyon. Christian Lanier, que trabaja como periodista para la publicación desde 1986, afirma que la sala de redacción ya se ha reducido en aproximadamente un 30%. “Esto ha afectado a nuestros corresponsales en las pequeñas ciudades y pueblos, que son la fuerza intelectual del periódico”, explica.

 

Lanier considera que las décadas de 1960 y 1970 son el apogeo del periodismo regional en su ciudad. Durante este período, recuerda, hubo otro periódico, Le Progrès Noir, distribuido por las noches en las calles, cafés y restaurantes de la ciudad. El periódico desempeñó un papel decisivo en el famoso caso de la "Banda de Lyon", que llevó a cabo docenas de robos a mano armada, y en el juicio de Klaus Barbie, un oficial nazi con sede en Lyon que fue responsable de la deportación de miles de personas a Alemania.

Las lagunas en la información crucial dejada por el debilitamiento de las organizaciones de noticias locales también son evidentes en África. El periodista nigeriano Obas Esiedesa informa que los efectos de los repetidos vandalismos y el robo de petróleo en la región del Delta del Níger no son suficientemente publicitados por la prensa local.

"La contaminación por petróleo es un gran desafío aquí, ya que los ríos y las tierras de cultivo están contaminados por los derrames de petróleo, lo que expulsa a los pescadores y a los agricultores de su principal fuente de medios de vida", dice Esiedesa. Durante años trabajó en el Niger Delta Inquirer, un diario que cubría la región sur del país. La publicación cerró sus operaciones en 2011 debido a problemas de gestión y a la lucha por alcanzar el punto de equilibrio.

A diferencia de sus colegas de otros países, Esiedesa considera que la década de 2000 es el apogeo del periodismo en su región. Este fue el momento en que Nigeria se convirtió de nuevo en una democracia y esto creó un espacio para que el periodismo profesional floreciera. "Fue un período enorme y significativo para nuestro país", dice.

El efecto en la independencia editorial

¿Cómo afectan las luchas financieras a la independencia editorial y a la capacidad de informar sobre figuras poderosas locales? Un documento que escribí en 2019 para el Instituto Reuters muestra cómo los políticos han capturado a los mejores reporteros de Recife en los últimos años.

"La financiación a nivel regional es un problema importante", dice Esiedesa de Nigeria. "Con ingresos limitados procedentes de la venta de copias y los anuncios, las casas de medios regionales se ven obligadas a buscar el patrocinio político, lo que a menudo compromete la independencia y el periodismo de calidad".

Sin embargo, en su artículo para ProPublica, Golden advierte contra la idealización del pasado. El Springfield Daily News no siempre cumplió su papel de perro guardián, dice, incluso durante los tiempos de auge. Como "un padre cariñoso", escribe, el periódico prestó atención a su comunidad, pero a veces con un paternalismo que optó por ocultar los problemas al servicio de lo que consideraba un bien más amplio.

"El mismo enfoque que inundó a los lectores con información sobre cada reunión del comité, el crimen y el partido de fútbol de la escuela secundaria fomentó una cierta comodidad con el jugador de poder de la zona", dice. "El refuerzo y los conflictos de intereses ocasionalmente interfirieron en la narración de la historia completa. Es posible que hubiéramos hecho un examen de búsqueda de un plan para privatizar el sistema de agua de Ware, a menos que nos arriesguemos a ofender a una poderosa figura local o a un interés empresarial".

Gibson, la periodista de Brasil, está de acuerdo: "El periódico era mejor en el pasado, pero no teníamos plena independencia. Siempre ha habido una gran influencia de la publicidad estatal. Es solo que el sector privado era mucho más fuerte como anunciante y hoy en día prácticamente no existe".

¿Los reporteros locales también están desapareciendo?

La disrupción digital también está teniendo un fuerte efecto en la composición de las redacciones locales. Golden recuerda cómo los periódicos regionales alguna vez se consideraron campos de entrenamiento invaluables para los jóvenes periodistas, "una mezcla insustituible de aprendizaje y novatadas". Las cosas son bastante diferentes hoy en día en opinión de todos los periodistas que entrevisté para este artículo.

"La forma en que se hace el periodismo hoy en día ha cambiado. El periódico regional ya no es el campo de entrenamiento que solía ser. Ahora la mayoría de las noticias son producidas en un escritorio por personas con los ojos fijos en una computadora", dice Jean-Bernard Sterne, que trabajó durante 35 años en Midi Libre, un diario que cubre la región de Languedoc Roussillon en el sur de Francia, entre Toulouse y Marsella.

Dice que la reducción de las salas de redacción hace que sea imposible capacitar a los recién llegados. "Además, la esperanza de vida profesional de un periodista que trabaja para el mismo periódico hoy en día no es más de diez años. Muchos periodistas incluso cambian de trabajo porque la profesión ya no se corresponde con su motivación original", dice Sterne, quien construyó su carrera en la cobertura deportiva.

Me dice que Midi Libre solía seguir los principales eventos nacionales e internacionales. El propio Sterne fue enviado especial a seis Juegos Olímpicos y dos Copas del Mundo. Aunque el periódico ya no tiene el dinero para cubrir estos eventos, todavía se las arregla para seguir los principales acontecimientos locales, como un torneo nacional de judo que tuvo lugar en la región o la visita de una autoridad importante. "El problema es que esto no es suficiente hoy para atraer nuevos lectores y mantenerlos leales al periódico", dice.

En el noreste de Brasil, Gibson ve a los jóvenes reporteros demasiado dependientes de sus editores inmediatos. Ella dice que solo siguen las historias que las estaciones de televisión ya están transmitiendo. Ya no buscan sus propias historias.

Golden reflexiona sobre las razones por las que esto ha sucedido en la última década: "Los métodos que aprendí, como correr hacia un incendio o un tiroteo, acorralar a los funcionarios antes y después de las reuniones públicas, tomar notas a lápiz al aire libre en invierno porque la tinta se congela con el frío, se están convirtiendo en un arte perdido. Internet ha creado una generación de reporteros que se quedan en sus escritorios, recopilando información en sus ordenadores o hablando con la gente por Zoom. No se sienten cómodos saliendo y tocando puertas".

¿Qué sigue para el periodismo local?

Puede parecer el final, pero aún no es el final. El informe de Medill Local News, que cubre el mercado de EE. UU., apunta a algunos brotes verdes con organizaciones de noticias con fines de lucro o sin fines de lucro floreciendo sin la carga de una gran deuda. Casi todos ellos son propiedad de empresarios locales y mantienen grandes equipos de informes.

Cuando se trata de los EE. UU., Golden está apostando por proyectos sin fines de lucro. "Algunos (como ProPublica, donde trabajo) son nacionales. Pero muchos otros están surgiendo localmente en todo el país, a menudo en comunidades donde el periódico local ha cerrado o es una sombra de lo que fue. Estas organizaciones locales sin fines de lucro son idealistas y ambiciosas; quieren hacer periodismo de investigación en profundidad".

Lanier ve un futuro prometedor para los periódicos locales franceses cuyos editores adoptan lo digital, mientras mantienen los mismos estándares del pasado.

"El periodismo tiene un gran futuro y funciona muy bien en las zonas rurales. En Le Progrès, el ejemplo viene de la zona de Beaujolais", dice el reportero, refiriéndose a la región, a 50 kilómetros de Lyon, famosa por sus uvas y vinos. Según Lanier, el periódico para el que trabaja es muy popular en esta región, precisamente "porque tiene una verdadera función social y comunitaria".

Esiedesa no está tan entusiasmado con Nigeria, donde muchas salas de redacción tienen dificultades financieras. Pero cree que cambiar a lo digital es la única manera de sobrevivir.

"La publicación en línea es menos costosa y hemos visto surgir muchas versiones locales en línea en los últimos años", dice. "Pero también se puede decir que el costo de los datos y los teléfonos Android también ha bloqueado a muchos habitantes de la comunidad fuera del sistema de noticias".

En Brasil, Atlas da Notícia también sugiere que, a pesar del cierre de cientos de periódicos, el lanzamiento de nuevos proyectos digitales ha ayudado a reducir el número de ciudades consideradas desiertos de noticias. Uno de los aspectos más destacados entre las salas de redacción nativas digitales del país es Metrópoles, un medio relativamente nuevo que se ha convertido en el principal medio de noticias locales en Brasilia, la capital de Brasil.

A pesar de iniciativas como esta, Gibson todavía predice un largo período de estancamiento. "Va a permanecer como está durante mucho tiempo", dice. "Las noticias ya no son atractivas. No hay más periodismo local. El gobierno entiende la prensa a su manera".

Cuando se le preguntó si el periódico en el que trabajó durante dos décadas seguirá vivo el día en que se abra la cápsula del tiempo en 2025, apostó por la resistencia de la publicación: "Diário de Pernambuco es un periódico que se niega a morir".

domingo, 19 de noviembre de 2023

Un par de periodistas


Es sencillamente genial. Una discusión entre Pires Morgan, anchor de la TalkTV, y el corresponsal Douglas Murray en la frontera entre Israel y la Franja de Gaza. Detrás el atardecer completo y los cohetes de Hamas. Un par de periodistas discutiendo en vivo sus puntos de vista sobre Hamas y la contraofensiva Israelí.

sábado, 18 de noviembre de 2023

La independencia del New York Times

Es la representación gráfica de la involución del periodismo. Se la debemos a Ismael Nafría y digo involución porque no es evolución, o la evolución es la involución; o quizá, en su larga historia, el periodismo se sirvió durante 100 años de la publicidad para subsistir, como un parásito se sirve del parasitado, que ha provocado su gran debilidad en el siglo que va desde 1910 a 2010.

Solo es independiente el periodismo sustentando por una audiencia interesada en la verdad.

lunes, 13 de noviembre de 2023

Así se escribe

En El País (Madrid) de hoy se publica este artículo de Juan Luis Cebrián, su director, sobre la amnistía de Pedro Sánchez, el Presidente de Gobierno de España. Lo subo porque no lo pueden leer los que no están abonados a El País y porque creo que merece la pena por ser una toma de posición clarísima de una empresa periodística sobre la situación política del propio país.


Se atribuye a Ortega y Gasset la autoría del conocido refrán según el cual el sentido común es el menos común de los sentidos. Y Bertrand Russell confesó que, aunque se diga que el hombre es un animal racional, él mismo buscó repetidamente pruebas de esa afirmación sin encontrarlas. Steven Pinker, famoso psicólogo especializado en el análisis de las lenguas y los procesos cognitivos, en su libro “Racionalidad” se aplica a demostrar que semejante cosa existe, aunque escasea. Para demostrarlo describe la historia de los bosquimanos, un pueblo ancestral de cazadores-recolectores, cuya sabiduría a la hora de organizar su comportamiento social contrasta con los disparates de muchos de nuestros coetáneos.

El esperpento protagonizado por el presidente del Gobierno español en funciones y presidente de turno de la Unión Europea, su pacto con un buen número de delincuentes para formar gobierno, pone de relieve la ausencia de sentido común y capacidad racional en la dirección de un partido socialista que amenaza con convertirse en una secta. Coincido con quienes atribuyen al ciudadano Sánchez ambiciones desmedidas, pero quizá el más grave de sus defectos sea la incompetencia. Que la paz social y la convivencia entre españoles se vean hoy seriamente amenazadas no parece tanto fruto de un designio maquiavélico como de una mente huérfana de referencias morales. ¿Cómo respetar, si no, a un dirigente político que no se respeta a sí mismo y es incapaz de mantener la palabra dada a aquellos a quienes les pidió su apoyo? Por más que su aparato propagandístico, el pensamiento acrítico y los estómagos agradecidos se empeñen en difundir que todo este tinglado de mentiras y necedades organizado por el poder busca mejorar la convivencia ciudadana, todo el mundo sabe que lo único que persigue es la compra de un puñado de votos para satisfacer las ambiciones de la dirigencia del partido al precio que sea. Y la verdad es que antes incluso de perpetrar su pacto definitivo, la convivencia misma comienza a hacerse añicos. Aún peor, la aventura personal de Pedro Sánchez y sus seguidores ha puesto ya fin al consenso constitucional. Amenaza además la pervivencia del partido socialista, que fue líder de la transformación democrática de España, cuando sus dirigentes persisten en vulnerar la igualdad ante la ley de los españoles y la independencia del poder judicial. Este es el más débil de los poderes del Estado y el más amenazado por los autócratas de medio pelo. En una democracia son las leyes y su aplicación la única garantía de que ni el gobierno ni las muchedumbres a él afines están legitimados para vulnerar los derechos individuales y la libertad de los ciudadanos.

Algunos ignorantes han llegado a decir que filigrana tan lamentable como gobernar a base de alianzas con delincuentes prófugos y enemigos declarados del Estado se inscribe en lo mejor de la historia del partido socialista. Más bien parece inspirada en el activismo guerracivilista que le llevó a su aventura revolucionaria contra la República española en 1934; lo mismo que la declaración de independencia de Puigdemont evoca la rebelión armada contra el legítimo Gobierno de España en octubre del mismo año por el presidente Companys. En aquella ocasión, no mucho después la coalición del Frente Popular tuvo al menos la honradez de proponer en su programa electoral la amnistía para los condenados por sus crímenes. Ahora se da la paradoja de que quienes los han cometido o instigado pretenden redactar ellos mismos los términos de su perdón y del olvido, con la complicidad culpable del gobierno.

No pienso reproducir aquí la sarta de mentiras, falsedades, y provocaciones que portavoces muy calificados del partido en el gobierno vienen profiriendo contra quienes denuncian semejante felonía. Los testimonios están en las hemerotecas y han sido reproducidos hasta la saciedad por los medios de comunicación. Pero tres miembros del Gabinete pertenecen a la nómina de la magistratura, y deberían expresar abiertamente si están conformes o no con el pacto firmado según el cual los jueces españoles instruyen procesos y dictan sentencias por motivaciones políticas. El ministro del Interior dice padecer alguna dicotomía, o sea, que en su interior luchan dos partes; tendrá que decidir si opta por la de la decencia moral. Porque si se consuman las infamias suscritas con los partidos supremacistas por los representantes del gobierno en funciones, sobre las que la presidenta del Congreso de los Diputados ya se ha ocupado de evitar cualquier debate parlamentario previo a la presentación del proyecto de ley, la crisis será definitiva, al margen de cuál fuera la decisión del Tribunal Constitucional sobre la legalidad o no de todo el bodrio. De momento el consenso constitucional ya ha sido traicionado por el Partido Socialista.

Escribo mi indignación desde la República Dominicana, donde asisto a los preparativos del próximo Congreso de la Asociación Mundial de Juristas. Es la misma organización que en enero de 2019 concedió al rey Felipe VI el Premio Paz y Libertad a través del derecho. Un galardón previamente otorgado a Winston Churchill, Rene Cassin y Nelson Mandela; y más tarde a Ruth Bader Ginsburg, la Constitución colombiana, el activista de los derechos civiles Andrew Young y la Unión Europea en la persona de la presidenta de la Comisión. En el caso de nuestro monarca, la distinción quiso reconocer su defensa de la Constitución frente al golpe de Estado perpetrado por el señor Puigdemont. Fiel a la cobardía de sus acciones, y ante el silencio ominoso del Gobierno, este no ha cesado de repudiar histéricamente el discurso de Felipe VI, una alocución ejemplo de la dignidad democrática frente a la indignidad golpista de los ahora socios de Sánchez.

En República Dominicana reina una estabilidad política y una continuidad democrática envidiables y he comprobado la preocupación que en la clase política, muchos de cuyos componentes se formaron en la lucha sindical, y también entre los empresarios e intelectuales, suscitan los sucesos de la semana pasada en nuestro país. La Transición española se vivió en muchas incipientes democracias como ejemplo a seguir de reconciliación entre los ciudadanos, un sistema basado en los acuerdos entre los partidos centrales, huyendo de la confrontación. La polarización y el odio que anida ahora en gran parte de nuestra clase política, los insultos, improperios y mentiras, están a la orden del día, también en muchos portavoces gubernamentales. Por lo demás, conviene llamar la atención sobre la involucración de los servicios de inteligencia rusos en su apoyo a la política de Junts, tanto como el reciente intento de asesinato a un ejemplar político de la derecha democrática, crimen al parecer inspirado por los servicios iraníes. En medio de la creciente tensión geopolítica, se trataría de ayudas foráneas a la promoción del desorden civil creado en nuestro país al hilo de esta ruptura del consenso constitucional perpetrada por el ciudadano Sánchez, no sé ya si a sabiendas o por pura incompetencia. El objetivo, debilitar la solidez de un Estado que es la cuarta economía de la Unión Europea, cuyos dirigentes comienzan a preocuparse y con razón por las veleidades oportunistas del gobierno de Madrid.

Pedro Sánchez no debe preocuparse más por su lugar en la Historia: con toda probabilidad acabará metido entre la chatarra. Si le quedara alguna perspicacia en la búsqueda de su dignidad política aprendería de los bosquimanos o de su colega portugués y dimitiría para dar paso a nuevas elecciones. Ahora que su deslealtad puede ya describirse con los versos imborrables de Francisco de Quevedo:
 
                        “No des la culpa al viento detenido, 
                        ni al mar por proceloso: 
                        de ti tiembla tu madre, codicioso... 
                        Sacas al sueño, a la quietud, desvelo 
                        a la maldad consuelo; 
                        disculpa a la traición; 
                        premio a la culpa; 
                        facilidad al odio y la venganza; 
                        y, en pálido color, verde esperanza; 
                        y debajo de llave 
                        pretendes, acuñados, 
                        cerrar los dioses y guardar los hados”.

sábado, 11 de noviembre de 2023

Los ojos de Danilo Astori

Esta vez son apenas los ojos de Danilo Astori, muerto ayer, en El Observador de Montevideo (hoy no sale en papel). Si la cara es el 95 % de la imagen de alguien, los ojos son el 95 % de la cara.

viernes, 10 de noviembre de 2023

Cara

Media cara de Mustafá Kemal Atatürk en formato estándar. Atatürk es el fundador de la República de Turquía, y hoy es solo otro aniversario de su muerte (10 de noviembre de 1938).


Haber Ekspres Gazetesi, 10 de noviembre de 2023

miércoles, 8 de noviembre de 2023

El New York Times pasó los diez millones de suscriptores

Subo los highlights del briefing de hoy sobre los negocios del New York Times en el tercer trimestre de 2023. Aquí la nota en el periódico.

• The Company added approximately 210,000 net digital-only subscribers compared with the end of the second quarter of 2023, fueled by bundle and multi-product subscriber additions, bringing the Company’s total subscribers over the 10 million mark

• Total digital-only average revenue per user (“ARPU”) grew quarter-over-quarter for the fifth consecutive quarter to $9.28 as a result of subscribers graduating from promotional to higher prices and from price increases on tenured non-bundle subscribers

• Higher digital subscribers and ARPU drove strong year-over-year growth in subscription revenues from digital products of 15.7 percent

• Advertising revenues increased 6.0 percent year-over-year, driven by digital advertising revenues, which grew 6.7 percent year-over-year due to continued strength in core premium display advertising products

• Operating costs increased 7.7 percent year-over-year and adjusted operating costs (defined below) increased 6.2 percent, largely as a result of continued investments into journalism and product development, which are core growth drivers of the business

• Operating profit of $63.6 million, a 24.6 percent increase year-over-year, with adjusted operating profit (defined below) of $89.8 million, a 30.1 percent increase year-over-year, driven by revenue growth as well as cost management

• Diluted earnings per share of $.32, a $.10 increase year-over-year, with adjusted diluted earnings per share (defined below) of $.37, a $.13 increase year-over-year

• Net cash from operating activities for the first nine months of 2023 was $224.1 million and Free cash flow was $207.6 million compared with $57.2 million in 2022

lunes, 6 de noviembre de 2023

Caras

No hay impacto como el de las caras en las portadas, sencillamente porque la cara es el 90 o 95 por ciento de cada persona. Aquí dos ejemplos: las revistas semanales Profil de Viena y Valeurs Actualles de París. La primera ilustra el tema, que es la grieta de Medio Oriente que amenaza con extenderse al resto del mundo, y la segunda es la cara del Ministro del Interior francés Gérald Darmanin y sus confesiones sin filtro.


sábado, 4 de noviembre de 2023

Agua en la portada


 Le magazine du Temps (revista sabtaina de Le Temps, Ginebra), 4 de noviembre de 2023.

jueves, 2 de noviembre de 2023

miércoles, 1 de noviembre de 2023

El colmo del declaracionismo

Es una joya difícil de encontrar. Un caso récord de declaracionismo, en Diario de Cuyo de San Juan de hoy.

lunes, 30 de octubre de 2023

Declaracionismo o periodismo

El partido de ayer entre los dos Olympique, el de Lyon y el de Marsella, no se jugó por los desmanes de los hinchas marselleses que atacaron el ómnibus del Lyonnais. Le Figaro Sport titula con la declaración tonta y vaga, por X (Twitter), del alcalde de Marsella y lo ilustra con la foto del ómnibus en el que no se va nada más que alguien adentro, lejano y de espaldas. L'Équipe, en cambio, hace periodismo. Titula Asco y vergüenza y publica la foto de la cara de Fabio Grosso, el entrenador del Lyonnais, lastimado por el ataque.

jueves, 19 de octubre de 2023

Brutal

The New European, 19 de octubre de 2023

TNE de hoy publica la Lista de mierda 2023: 50 personas de las que el Reino Unido debiera prescindir definitivamente. Solo los británicos con capaces de ser tan brutales, pero tomar partido también para señalar lo malo es una buena actitud del periodismo. Y además una agenda sensacional para una revista.

miércoles, 18 de octubre de 2023

Tres portadas

La Libre Belgique, 18 de octubre de 2023

Dagens Nyheter, 18 de octubre de 2023

Evening Standard, 12 de octubre de 2023

sábado, 7 de octubre de 2023

Otra vez el periodismo de siempre

Con el permiso presunto del autor y de La Nación que lo publicó en su edición de hoy, subo este capítulo de Collision of Power. Trump, Bezos and The Washington Post, de Martin Baron, que la editorial La Esfera de los Libros publicará en castellano.

El Post en la era Trump
El valor del periodismo frente al poder
No debería haberme sorprendido, pero me sigue maravillando lo fácil que fue meterse en la piel de Donald Trump y sus aliados. En febrero de 2019, ya llevaba seis años como editor ejecutivo de The Washington Post. Ese mes, durante la transmisión del Super Bowl, el diario emitió un anuncio de un minuto con la voz en off de Tom Hanks en defensa de la libertad de prensa, en homenaje a los periodistas capturados y asesinados, y que cerraba con el logo del Post y el mensaje “La democracia muere en oscuridad”. El anuncio destacaba el trabajo sólido y a menudo valiente que realizan los periodistas del Post y de otros medios –incluido Bret Baier, de Fox News– porque nuestra intención era remarcar que no era algo que nos afectara solo a nosotros y que el anuncio no era una declaración política.

“Alguien reúne los hechos para contarles la información, sin importar el costo que tenga que pagar”, decía Hanks. “Porque saber nos empodera. Saber nos ayuda a decidir. Saber nos hace libres.”

Pero para el clan Trump, hasta esa idea simple y fundamental de la democracia fue demasiado. El hijo del presidente, Donald Trump Jr., no pudo contenerse. “¿Sabes que tendrían que hacer los periodistas para ahorrarse millones de dólares en un comercial de #superbowl para ganar una credibilidad inmerecida?”, tuiteó con la típica beligerancia de esa red social. “¿Qué tal si comunican la información y dejan de transmitir sus tonterías izquierdistas?”

Dos años antes –a un mes de la asunción de Trump– el Post había puesto “La democracia muere en la oscuridad” debajo del nombre del diario en la edición impresa, así como en la parte superior de su sitio web y en todos sus productos.

Tal como lo imaginó el dueño del periódico, Jeff Bezos, no se trataba de un eslogan sino una “declaración de nuestra misión”. Y no se trataba de Trump, aunque sus aliados así lo creyeron. El Post venía trabajando en una declaración de misión desde dos años antes de la asunción de Trump: que haya surgido en ese momento simplemente es testimonio del complejo y tortuoso camino hasta encontrar algo suficientemente memorable y significativo como para contar con la aprobación de Bezos.

Bezos, fundador y ahora presidente ejecutivo de Amazon, había adquirido The Washington Post en 2013. A principios de 2015, había expresado su deseo de que el diario tuviera una consigna que resumiera su misión y su propósito: una frase que transmitiera una idea, no un producto, que quedara bien impresa en una remera, que fuera un reclamo exclusivamente nuestro, dado nuestro legado y nuestra sede en la capital de Estados Unidos, y que a la vez fuese aspiracional y disruptivo. “No de un periódico al que quiero suscribirme”, como dijo Bezos, sino más bien “una idea que quiero que me represente”. Y esa idea era: Amamos a este país y por eso le pedimos que rinda cuentas.

Encontrar una frase adecuada no es poca cosa. Y Bezos no se limitó a ser un observador distante. “En este tema me gustaría ser parte de todo el proceso de elaboración, y no se preocupen de si es o no un buen uso de mi tiempo”, dijo Bezos. “Simplemente creo que vamos a tener que apelar a nuestra intuición y nuestro instinto”. E insistió en que las palabras elegidas debían reconocer nuestra “misión histórica”, no una nueva. “No hay que tenerle miedo a la palabra democracia”, dijo Bezos, “porque es lo que hace que el Post sea único”.

Se armaron equipos de trabajo y fueron meses y meses de reuniones. Todo era frustración. Contratamos a consultores externos, pero fue en vano. (“Típico”, dijo Bezos). La desesperación llevó a una larga lista de opciones, y a aventurarse hasta el absurdo. La lista de ideas superaba el millar: “Sesgados por la verdad”, “Saber”, “El derecho a saber”, “Tu derecho a saber”, “Periodismo imparable”, “El poder es tuyo”, “La búsqueda incesante de la verdad”, “Los hechos importan”, “La democracia importa”, “Con el foco en la democracia”, “Una luz para la nación”, “La democracia vive a plena luz”, “La democracia exige trabajo. Haremos nuestra parte”, “Las noticias que la democracia necesita”, y la lista sigue…

En septiembre de 2016, Bezos ya estaba impaciente y metió presión para zanjar la cuestión. Teníamos que decidirnos por algo. Bezos se reunión con nueve ejecutivos del Post en una sala privada del Four Seasons de Georgetown para alcanzar finalmente la meta. Debido a la apretada agenda de Bezos, teníamos apenas media hora, a partir de las 7.45 de la mañana. Sobre la mesa quedaba un puñado de opciones: “Una luz brillante para un pueblo libre”, “La historia debe ser contada” (recordando las inspiradoras palabras del fallecido fotógrafo Michel du Cille), “Desafiar e informar”, “Por un mundo que exige saber”, “Para los que exigen saber”. Ninguna pasó la prueba.

Al final nos decidimos por “Un pueblo libre exige saber”. La decisión duró poco, y por suerte. Esa misma noche, Bezos envió un correo electrónico del estilo “no es lo que uno esperaría”, según sus propias palabras. Había consultado nuestra elección consensuada con su entonces esposa, la novelista MacKenzie Scott, y con “mi redactora personal”, y ambas la habían bochado. “Frankenslogan” fue la palabra que usaron.

A esa altura, necesitábamos que Bezos tomara una decisión unilateral, y finalmente lo hizo. “Vayamos con ‘La democracia muere en la oscuridad’,”, decretó. La frase había estado en nuestra lista desde el principio y Bezos ya la había usado anteriormente para referirse a la misión del Post. De hecho, él mismo la había oído de boca de una leyenda del Post, Bob Woodward. Era una variación de una frase de un fallo de 2002 del juez del tribunal federal de apelaciones Damon J. Keith, quien escribió que “las democracias mueren a puertas cerradas”.

“La democracia muere en la oscuridad” hizo su debut, sin previo aviso, a mediados de febrero de 2017. Y nunca habíamos visto un eslogan –perdón, una declaración de misión– que provocara semejante reacción. Incluso llamó la atención del People’s Daily de China, que tuiteó: “ ‘La democracia muere en la oscuridad’ @washingtonpost pone un nuevo eslogan el mismo día que @realDonaldTrump califica a los medios de comunicación de ’enemigos de los norteamericanos’.” El diccionario online Merriam-Webster registró un repentino aumento en las búsquedas de la palabra democracia. El presentador del programa “Late Show”, Stephen Colbert, bromeó diciendo que algunas de las frases rechazadas incluían “No, cerrá la boca” y “Volteamos a Nixon, ¿quién quiere ser el próximo?” Los comentaristas de Twitter destacaron la “nueva onda gótica” del Post. El crítico de medios Jack Shafer tuiteó algunos de sus propios “lemas rechazados por el Washington Post”, entre ellos “Solo hablamos de nosotros mismos” y “Sin protector solar, la democracia se quema con el sol”.

Bezos estaba encantado: su ansiada declaración de misión concitaba creciente atención. “Ser blanco de sátiras es una buena señal”, dijo un par de semanas después. Mucho peor habría sido un encogimiento de hombros colectivo. Al igual que otros integrantes del Post, yo había cuestionado que todo nuestro trabajo quedara asociado con las palabras “muerte” y “oscuridad”. Sin embargo, en lo único que podía pensar en ese momento era en la Plegaria de la Serenidad: “Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar”.

Pero los lectores adoptaron la frase y la hicieron suya, porque la sintieron perfecta para la era Trump, aunque esa no había sido la intención.

Sentados alrededor de la mesa de comedor del Salón Azul de la Casa Blanca debíamos parecer un grupo extraño: Bezos, siempre reconocible por su cabeza calva, su baja estatura, su risa estridente y su radiante intensidad; Fred Ryan, el editor del Post, veterano de la administración Reagan de brillante sonrisa; el editor de la página editorial, Fred Hiatt, con 36 años en el Post y excorresponsal extranjero con una mirada seria y litetaria; y yo, con mi barba gris recortada y una actitud que invariablemente era descrita como “severa y taciturna”.

Cinco meses después de la toma de posesión del cargo, el presidente Trump respondió a una solicitud de reunión de nuestro editor y nos invitó a cenar. Nos acompañaron la primera dama, Melania Trump, y el yerno y principal asesor de Trump, Jared Kushner. Por pura coincidencia, a las 7 PM en punto, justo cuando nos estábamos sentando a la mesa, el Post publicó la noticia de que el fiscal especial Robert Mueller estaba investigando los negocios de Kushner en Rusia, como parte de su investigación más amplia sobre la interferencia de ese país en las elecciones de 2016. La noticia era continuación de otro informe del Post que revelaba que Kushner se había reunido en secreto con el embajador ruso, Sergey Kislyak, a quien le había propuesto que se cubriera un puesto diplomático ruso con alguien que fungiera como línea de comunicación segura entre los funcionarios de Trump y el Kremlin. El Post también informó que más tarde Kushner se había reunido con Sergey Gorkov, director de un banco de desarrollo de propiedad rusa.

Hope Hicks, una joven asistente de Trump, le entregó su teléfono a Kushner. La alerta de noticias del Post acababa de ser emitida y estaba llegando a millones de dispositivos móviles, incluido el de Hicks. “Muy shakesperiano: cenando con el enemigo”, le susurró a Kushner. Hiatt, que había escuchado, le susurró: “No somos tus enemigos”.

Entre el soufflé de queso, el lenguado de Dover asado y la tarta de chocolate, Trump se jactaba de su victoria electoral, se burlaba de sus rivales y hasta de personas de su propia órbita, fanfarroneaba de logros imaginarios, calculaba cómo podría ganar una vez más otros cuatro años en la Casa Blanca, y describía a The Washington Post como el peor de todos los medios de comunicación, con The New York Times justo detrás de nosotros, al menos en su ranking de ese momento.

Trump, su familia y su equipo habían incluido al Post en su lista de enemigos y nada haría cambiarlos de opinión. No habíamos sido ni serviles ni aduladores con Trump, ni pensábamos serlo. Nuestro trabajo consistía en informar duramente sobre el presidente y hacer que su administración, como todas las demás, rindiera cuentas de su gestión. En la mente del presidente y de quienes lo rodeaban, eso nos transformaba en opositores.

Trump fue incluso más allá, por beneficio político: no éramos solo su enemigo, sino enemigos del país. Según él, éramos traidores. Menos de un mes después de asumir, había denunciado a la prensa como “enemiga del pueblo estadounidense” a través de Twitter. Era un eco siniestro de la frase “enemigo del pueblo”, invocada por Joseph Stalin, Mao y el propagandista de Hitler, Joseph Goebbels, y utilizada para justificar la represión y el asesinato. Pero a Trump no le importaba en absoluto que ese lenguaje incendiario pudiera incitar ataques físicos a periodistas.

Cada vez que me preguntaban sobre la retórica de Trump, mi respuesta era directa: “No estamos en guerra con el gobierno, estamos trabajando”. Pero estaba claro que para Trump todos los sentados a esa mesa éramos sus enemigos, especialmente Bezos, porque era el dueño del Post y, en la mente de Trump, era quien movía los hilos o podía moverlos si así lo deseaba.

Por momentos, sin embargo, Trump también intentó mostrarse encantador. Era un encanto superficial, sin calidez ni autenticidad. Hablaba él, casi todo el tiempo. Nosotros apenas metimos bocadillo, y yo dije lo mínimo, por incomodidad de estar ahí y para evitar cualquier confrontación por nuestra cobertura de su gobierno. Entendí de inmediato que cualquier cosa que dijera podía desatar su furia.

Soltó una parrafada con una larga lista de enemigos y desaires percibidos: el director ejecutivo de Macy’s era un “cobarde” por retirar productos de Trump de los estantes de sus locales en repudio a los comentarios de Trump, que calificaba a los inmigrantes mexicanos como violadores. Trump tenía mejores relaciones con los líderes extranjeros que el expresidente Barack Obama, “que era un vago y nunca los llamaba”. Obama había dejado desastres en todo el mundo para que él los resolviera. Obama había titubeado a la hora de darle luz verde a los militares para matar gente en Afganistán: él les había dicho que lo hicieran y punto, y que se dejaran de pedir permiso. Mueller, el fiscal general Jeff Sessions, el director despedido del FBI, James Comey, y el subdirector del FBI, Andrew McCabe, también recibieron una lluvia de críticas, por razones que recién ahora conocemos.

Dos cosas me quedaron de esa cena con Trump. Primero, que Trump gobernaría básicamente para retener el apoyo de su base electoral. Una vez sentados a la mesa, sacó una hoja de papel del bolsillo con la cifra “47%” encima de su foto. “Esta es la última encuesta de Rasmussen. Con esto me alcanza para volver a ganar”. El mensaje era claro: con ese nivel de apoyo en los estados clave, era suficiente para asegurarse un segundo mandato. Y lo que pensaran de él los demás votantes, no tendría la menor relevancia.

En segundo lugar, su lista de agravios parecía ilimitada. A la cabeza de todos estaban los agravios de la prensa, con el Post en primer lugar. Durante la cena, se burló de nuestro informe sobre el fiscal especial y su yerno, sugiriendo incorrectamente que el fiscal le imputaba un supuesto lavado de dinero. “Es un buen chico”, dijo de Kushner, que estaba sentado ahí mismo en la mesa. Pero el Post era de lo peor, y no se cansaba de repetirlo. Lo tratábamos injustamente. Y cada vez que lo decía, me codeaba en el hombro derecho.

Varias veces durante esa cena, Trump mencionó que Melania era una gran compradora a través de Amazon, al punto que Bezos lanzó una broma: “Considéreme su representante personal de servicio al cliente”, le dijo a la entonces primera dama. La preocupación de Trump, por supuesto, no eran los tiempos de entrega de Amazon: quería que Bezos lo librara de la cobertura del Post.

El embate se aceleró al día siguiente. Kushner llamó a Fred Ryan por la mañana para saber si la habíamos pasado bien. Ryan agradeció la hospitalidad y la generosidad con su tiempo, y a continuación Kushner le preguntó si la cobertura del Post mejoraría en consonancia. Ryan lo rechazó diplomáticamente, recordándole que no debía haber expectativas sobre la cobertura de los medios. “No es una perilla que podamos girar para un lado o para el otro”, le dijo Ryan.

Pero a las ocho de la mañana el propio Trump había llamado a Bezos a su celular personal para pedirle que el Post fuera “más justo conmigo”. Le dijo: “No sé si estás involucrado en las decisiones de la sala de redacción, pero hasta cierto punto seguramente es así”. Bezos le respondió que no, y a continuación pronunció una frase que había estado dispuesto a decir en la propia cena, si Trump hubiera apelado a él en ese momento: “Sería realmente inapropiado... De hacerlo, me sentiría muy mal por el resto de mi vida”. La llamada terminó sin “bullying” sobre Amazon, pero abriendo la puerta para que Bezos pidiera el favor que necesitara. “Si hay algo que pueda hacer por usted…”, le dijo Trump.

Tres días después, comenzó el acoso. Los líderes del sector tecnológico se reunieron en la Casa Blanca para una reunión del Consejo Tecnológico de Estados Unidos, creado por decreto presidencial un mes antes. Allí, Trump apartó por un momento a Bezos para quejarse amargamente por la cobertura del Post. Aparentemente, le dijo, la cena habían sido dos horas y media desperdiciadas.

Más adelante ese mismo año, cuatro días después de Navidad, Trump reclamó por Twitter que el Servicio Postal le cobrara a Amazon “MUCHO MÁS” por las entregas de paquetes, alegando que las tarifas de Amazon eran una estafa a los contribuyentes. Al año siguiente, intentó intervenir para obstruir un contrato de Amazon de computación en la nube por valor de 10.000 millones de dólares con el Departamento de Defensa. Por no controlar la cobertura del Post, quien iba a recibir el castigo era Bezos.

Y cuando se presentó una denuncia judicial antimonopolio contra Amazon, a Trump se le hacía agua la boca. En una entrevista con CNBC, el magnate de los fondos de cobertura Leon Cooperman reveló que ese verano, en una cena en la Casa Blanca, Trump le había preguntado dos veces si Amazon era un monopolio. El 24 de julio de 2017, Trump tuiteó: “¿Las noticias falsas del Washington Post se están utilizando como herramienta de presión contra el Congreso, para evitar que los políticos investiguen el monopolio libre de impuestos de Amazon?”.

Mientras Trump seguía apretando las tuercas, Bezos nos dejó en claro que no tenía la menor intención de capitular, y que en el diario no debíamos tener miedo. En marzo de 2018, cuando concluíamos una de nuestras reuniones de negocios, Bezos ofreció algunas palabras de despedida: “Es posible que hayan notado que Trump sigue tuiteando sobre nosotros”. El comentario fue respondido con silencio. “¡O tal vez no lo hayan notado!”, bromeó Bezos. Quería reforzar una declaración pública que yo había hecho públicamente antes. “No estamos en guerra con ellos”, dijo Bezos. “Puede ser que ellos estén en guerra con nosotros. Sólo tenemos que hacer nuestro trabajo”. En julio de ese año, volvió a hablar espontáneamente en una reunión de negocios. “No se preocupen por mí”, dijo. “Simplemente hagan su trabajo. Y les cubro las espaldas.”

La gran ventaja de Bezos al ser propietario del diario era que tenía la vista puesta en el horizonte a largo plazo. Y como era dueño del 100 por ciento de la empresa, no necesitaba consultar con nadie. Todo lo que gastaba salía directamente de su cuenta bancaria.

En mis interacciones con él, Bezos mostró integridad y agallas. Entendió intuitivamente desde un principio que una brújula ética del Post sería inseparable de su éxito empresarial. Había muchas cosas sobre Bezos y Amazon que el Post tenía que cubrir e investigar sin miramientos, como el creciente poder de mercado de su empresa, sus prácticas laborales de mano dura y las implicancias para la privacidad de las personas de su insaciable recopilación de datos. También se anunció que Bezos y MacKenzie Scott buscaban el divorcio, seguido inmediatamente por un explosivo informe en el National Enquirer que revelaba que Bezos había estado involucrado en una larga relación extramatrimonial con Lauren Sánchez, exreportera de televisión y presentadora de noticias. Estábamos decididos a cumplir con nuestras obligaciones periodísticas con total independencia y así lo hicimos, sin restricciones ni condicionamientos.

Desarrollé un verdadero aprecio por el dueño del Post como ser humano, y descubrí que es un personaje mucho más complejo, reflexivo y agradable de lo que suele pintarse. Hablar con él resulta sorprendentemente fácil: alcanza con bloquear cualquier pensamiento sobre su patrimonio neto. Nuestras reuniones se llevaban a cabo cada dos semanas, por teleconferencia y rara vez en persona.

En su charla, Bezos podía ser ingenioso y autocrítico –“Nada me hace sentir más tonto que una caricatura mía en el New Yorker–, reír con facilidad y plantear preguntas incisivas. Cuando un empleado del Post le preguntó si se uniría a la tripulación de su compañía espacial, Blue Origin, en uno de sus primeros lanzamientos, le respondió que no estaba seguro. “¿Por qué no esperás un poco a ver cómo salen las cosas?”, le aconsejé. “Es lo más amable que hayas dicho sobre mí”, me respondió.

“No estamos en guerra con el gobierno. Estamos trabajando.” Cuando hice ese comentario, muchos colegas periodistas abrazaron con entusiasmo la idea de que no deberíamos considerarnos guerreros sino simple profesionales que cumplimos con nuestro trabajo de mantener informado al público. Otros consideraron que esa postura era ingenua: cuando la verdad y la democracia están bajo ataque, la única respuesta adecuada es ser más feroces y descaradamente belicosos. Un crítico externo llegó incluso a calificar mi declaración de “atrocidad” cuando, después de mi retiro, Fred Ryan, el editor del Post, hizo colgar mi cita en la pared de la sala de redacción.

Creo que los periodistas responsables deben guiarse por principios fundamentales. Entre ellos, el deber de apoyar y defender la democracia. Los ciudadanos tienen derecho al autogobierno. Sin democracia no hay prensa independiente y sin prensa independiente no hay democracia. Los periodistas tenemos que trabajar duro y honestamente para descubrir la verdad y decirle al público lo que sabemos. Deberíamos apoyar el derecho de todos los ciudadanos a participar en el proceso electoral sin impedimentos, respaldar la libertad de expresión y comprender que el debate encendido sobre políticas públicas es esencial para la democracia. Deberíamos defender un trato equitativo para todos, de acuerdo a la ley y también por obligación moral, y que todos tengan abundantes oportunidades de lograr lo que esperan para ellos y sus familias. Debemos especial atención a los menos afortunados de nuestra sociedad y tenemos que darles voz a todos aquellos que de otro modo serían silenciados. Debemos oponernos a la intolerancia y el odio, y oponernos a la violencia, la represión y el abuso de poder.

También creo que la mejor manera de honrar esos ideales es que los periodistas adhieran a los principios profesionales tradicionales. La prensa no se hace ningún favor a sí misma ni a nuestra democracia si abandona sus históricos estándares fundamentales. Ya hemos pisoteado demasiadas normas del discurso cívico. Hoy, para poder exigirle al poder que rinda cuentas, tendremos que mantener estándares que demuestren que estamos practicando nuestro oficio de manera honorable, exhaustiva y justa, con una mente abierta y con reverencia por los hechos, por encima de nuestras propias opiniones. En resumen, deberíamos practicar un periodismo objetivo.